martes, enero 17, 2006

El cine y la empresa

Ya queda poco para que termine el efecto de “El método Grönholm” en sus vertientes teatral y cinematográfica. Todos los departamentos de Recursos Humanos lo están celebrando.
Durante estos meses, los amigos y enemigos no han dejado de preguntar si es real lo que representa la ficción, y por mucho que uno se esforzara, todas las explicaciones parecían excusas. Como aunque me apeteciera, si me pusiera a escribir aquí otra crítica más de su calidad artística, la mirarías con el mismo interés que a un folleto del cerrajero inserto en su buzón, me centraré más en sus mensajes que en las indudables risas que provoca.
El arte tiene una única forma de representar a las empresas. Y es una en la que no hay grises claros u oscuros, sólo hay blancos y negros, gente que exprime y gente que suda.Para los no iniciados, la obra de Jordi Galcerán plantea un proceso de selección de directivos, en el que se busca a aquel que sea peor persona, aquel al que no le tiemble el pulso a la hora de despedir a quien se ponga en el punto de mira, un hombre de paja en manos del accionista con el gatillo de Harry el Sucio y la inteligencia de Forrest Gump. Como aficionado a la ficción, admito que resulta interesante y cómica una competición en la que gana el peor. Pero como aficionado a las pelis basadas en hechos reales, hay que dejar claro que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Y lo peor es que el autor no está solo. El arte en general, y el español en particular, tiene una única forma de representar a las empresas. En la búsqueda fácil de empatía con el espectador asalariado, el teatro, la literatura y el cine nos han enseñado que el patrón es malo y el empleado es bueno. No hay grises claros u oscuros, sólo hay blancos y negros, gente que exprime y gente que suda.
Así, si el pobre empleado suele luchar contra la opresión ataviado con pantalones de pana, camisas de leñador y zapatos de mil usos, el empleador opta por trajes a medida, tirantes rojigualdas y pañuelo de seda demodé a juego con la corbata. Si el operario acude cada tarde al colegio a recoger a su niño y se sienta en su cama a leerle cuentos hasta que queda rendido, el único interés del directivo es contar el dinero y pegársela a su mujer con la secretaria. Si el subordinado se consola con su quinto sin ascensor, su destartalado Simca 1000 y sus libros de la calle Moyano, el jefe alardea de su chalet de diseño, su deportivo rojo y la aceitosa gomina con la que cubre hasta su bigotito. Si el concienciado sindicalista es de sonrisa grácil, mentalidad abierta y causas perdidas, el patrón capitalista tiene el gesto hosco, las ideas cerradas y el corazón de piedra. Si el bueno le da sal a la vecina, el malo la despide, la insulta y lo celebra con champán.
Y lo peor no es que este retrato sucediera en el cine de hace algunas décadas, de compromiso con la rebelión y banda sonora de Joan Baez. Lo peor es que el arte hoy presenta a la empresa del mismo modo que en los sesenta. Parece como si el arte siguiera lejos de la realidad laboral. Parece como si la endogamia de los artistas les alejara del mundo convencional, del mundo en el que no viven pero sí representan.
Sin embargo, todos los días leemos artículos acerca de la búsqueda de líderes innovadores, de directivos integradores, de gestores de ideas, de jefes que hacen crecer a sus subordinados, de personas que cuentan con personas. Hoy hablamos y practicamos la reputación corporativa, los valores y las competencias, los estilos de dirección, la prevención de riesgos laborales, la conciliación de la vida laboral y familiar, las jornadas flexibles, el desarrollo de las personas. Hoy tenemos claro que el único medio de seguir ganando dinero es generar sostenibilidad para el mundo, es generar mejores condiciones para el individuo, es unir al patrón y al empleado. Aunque en las pelis sigan poniendo tirantes y bigotito al patrón. Aunque en este lado de la pantalla sea la secretaria la que se la pega a su marido con el empleado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tronko e entrao por kasualidad en tu blog y me parece o k estas mu solo o k necesitas leerte pa hacerte 1 paja

Alberto Córdoba dijo...

Usuario anónimo, tienes razón. Estoy muy solo, tanto que el único destinatario de mis comunicaciones soy yo mismo. Y, ya que me comunico, como tú has anticipado, recibo mis mensajes leyéndome y me hago el amor.
¿Quieres ser amigo mío?