sábado, junio 07, 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL (Steven Spielberg): 6,5


No entiendo a la gente. No entiendo a los que van a ver Indiana Jones IV y dicen que es una mierda, que es una fantasmada. ¿Pero qué fueron a ver? No creo que esperaran un plano fijo y una niña iraní buscando un globo. Indiana Jones da lo que el público debiera esperar recibir. Otra cosa es bien distinta es que su público haya crecido.

Tengo la buena fortuna de ser la única persona de mi generación que ha visto por primera vez "La Guerra de las Galaxias" a los veintipico, con el cerebro ya formado (y luego deformado por el botellón). Si lo haces, descubres que la nostalgia ciega el juicio de todos, que no es sino una mierda destinada a un público de seis años. Si, como todos mis compañeros de colegio, la ves a esa edad, pasas a tener un recuerdo tan idealizado que todo lo nubla. Tengo algún amigo que dice haberla visto más de 150 veces y aparte de poderte doblar los diálogos mejor que el actor que hace Chew-Bacca, podría sostenerte que Mark Hamill o Carrie Fisher aplican el Método mejor que Ian McKellen.

Bien, Indiana Jones IV no llega a ser las precuelas de La Guerra de las galaxias. Pero tampoco se aleja mucho. George Lucas los une. Su talento para la escritura es tan limitado como variada su filmografía. No entiendo cómo ha podido meterse a reescribir lo que le daba Frank Darabont. Es tan buena la escaleta que le escribió el autor de "Cadena perpetua", que claramente Lucas se ha metido a escribir los diálogos para lograr introducir su humor de Jar-Jar Binks. Si se quitara el sombrero y la barba postiza, podríamos ver que Lucas no ha crecido desde los 6 años. Tiene el mismo sentido del humor de caca-culo-pedo-pis, pero encima suaviza las palabras para que se haga Apta para todos los públicos. Lucas no dice culo, dice "trasero". Lucas no dice "caca", dice "ir al servicio". Y si su humor no ha variado, obviamente su profundidad menos. Es capaz de deconstruir a Wittgenstein y dejarlo en Gloria Fuertes.

Por el camino, queda Indiana Jones IV, una experiencia bastante divertida para el espectador que ha decidido no crecer. Por eso me gustó. Porque me dejé el cerebro en casa y me dejé llevar por la nostalgia infantil. No fui a ver una peli de aventuras, fui a ver Indiana Jones. No fui a ver a una niña iraní buscando un globo, fui a ver a un arqueólogo anciano enfrentarse a los nazis entre camiones, descubrir más joyas que Monchi y enrollarse con antagonistas rubias de 22 años.

Quizá ahí estuvo el problema. Que me encontré con malos de mentira, con joyas de cristal y con que a su ligue la podía haber conocido en el geriátrico.