miércoles, mayo 19, 2010

TWO LOVERS (James Gray): 8,5


Two Lovers es sin duda la película de la primavera. No lo es sólo por la ausencia de cosas buenas, lo es por que le salen virtudes por cada poro de los fotogramas.
Por una vez, sus fortalezas no nacen de una historia trabajada para ser original. Ni mucho menos. Sus conflictos son los de Shakespeare, los de toda la vida. El chico que se debate entre lo que le atrae y lo que le conviene. La chica que elige un amor, que le convierte en adicta a la lágrima. Y la enfermera patológica, que busca sufrir haciendo bien en la Tierra para llevarse tranquilidad al Cielo.
Nada hay de original en ello. Pero no por ello deja de ser original. Porque la originalidad está en que esos personajes sí lo son. Lo son porque la bipolaridad o la esquizofrenia no suelen aparecer en películas de estrellas más que para historias de superación, historias de excepción. Y si algo no es Two Lovers es una historia donde se trate a los personajes como seres extraños, seres a los que el mundo trata de meter en él.
Los personajes viven siempre dos vidas. La que está en su cabeza y la que tienen vivir fuera de ella. Y eso les condena a estar siempre donde no tienen que estar. Por eso están siempre solos. Por eso cada momento en que logran meterse en el mundo vale cien veces de disfrute más. Por eso pasas de rechazarlos a quererlos. De no entenderlos a pensar que quizás tú harías lo mismo.
Esto lo logra gracias a sus personajes, gracias a sus actores. Pero los grandes logros de la película no están sólo en su apuesta por personajes sin empatía para el espectador. Están en una dirección que hace aflorar al exterior lo que llevan dentro de la cabeza.
Y lo difícil no es sacarlo, es hacerlo de forma natural. Lo hace sin utilizar el diálogo o los sueños. Lo hace sin recurrir a la voz en off o a la cámara subjetiva. Lo hace mediante una fotografía plagada de detalles. Con planos que iluminan lo mejor de Manhattan como un sitio que no es para Joaquin Phoenix. Con rejas en la terraza que acorralan a Gwyneth y lo separan de Joaquin. Con cristales en las puertas que deforman las imágenes casi tanto como su cabeza. Con guantes que son metáforas y puertas de Metro que son predicciones.
Lo hace mediante mil y un recursos, que logran crear una nueva realidad y hacértela vivir con la intensidad del interior de la cabeza de un loco. Lo hace con la sinceridad de un genio que no intenta llegar al gran público, pero que consigue la emoción del que habla sin ambages. Lo hace encontrando la vida dentro de uno a través del que somos y nunca queremos ser. Lo hace haciendo cine grande en cada fotograma, creando poros, encontrando almas.

domingo, mayo 09, 2010

PERDONA QUE TE LLAME AMOR (Federico Moccia): 0

En función de cómo uno la vea, a la nota de esta película se le puede poner un 1 delante. Porque viéndola puedes ser completamente feliz. Viéndola puedes sentir el mismo orgasmo que yo sentí desternillándome de "Independence Day".
Porque eso es la peli: una parodia involuntaria. Hay tantas situaciones que encuentran el ridículo que el ridículo acaba formando parte de la esencia de la película. Y es entonces cuando no sabes si lo que ves es sublime o simplemente ridículo.
La vergüenza ajena no tarda en entrar. Lo hace en el primer fotograma cuando te introducen por vez primera frases de autores célebres, a la busca de enjundia intelectual. Pero si a la mierda le incluyes una cita de Balzac, sigue siendo mierda. Continúa con una voz en off en pos de un personaje que nada tiene que ver con la trama, y que sólo aporta una supuesta filosofía que no alcanzaría ni la de un manual de autoayuda. Prosigue con unos personajes pretendidamente interesantes, cuyo interés se resume en su cuerpo. Lo acompaña de unas situaciones tan esquemáticas y falsas como de las de los dos publicistas que les ponen a competir por un supuesto premio. Lo adorna con que al final este premio lo ganan unos dibujos de la prota que enrojecerían hasta a una niña sin padre junto a la casa. Lo amplían unos diálogos tan edulcorados que serán denunciados por la Asociación de Defensa de la Diabetes. Lo magnifica la manida metáfora del faro como retiro de un supuesto ejecutivo agresivo. Se supera metiendo con calzador un accidente que introduzca la muerte y la amistad en sus inanes vidas. Y alcanza la epopeya un juego de luces y ecos durante una escena sexual que haría temblar de erotismo al mismísimo Leonardo Dantés.
Todo es tan falso como surreal. Todo es tan patético como vergonzante. Todo es tan tópico que acaba encontrando lo que no buscaba, una carcajada tan bestial que sí permite llegar a lo que quería: hacer felices a los espectadores.