Una vez más, Spielberg vuelve a meterse en nuestros subconscientes mediante una plataforma publicitaria que le permite crear necesidad de consumo al mismo tiempo que lograr un cierto prestigio crítico traducido en nominaciones a los Óscar. Lo malo es que sólo consigue entrar en nuestros subconscientes de ese modo, porque en cuanto entras en la pantalla, el subconsciente comienza a verse alejado, y el supuesto Rey Midas sólo logra conectar con nuestras partes conscientes.
Ahí llega la enésima vez en que nos ha engañado, en que se ha quedado a años luz de las expectativas. Y lo que le pasa es siempre lo mismo. Spielberg tiene un problema muy simple que trata de saldar contratando a los mejores guionistas: no es un contador de historias. Y los mejores guionistas casi nunca consiguen escribirle las mejores historias si el judío les deja demasiado claro cómo tienen que ser las cosas y si el montaje -es decir, la reescritura- la lidera el negado Spielberg.
Durante la larguísima, pretenciosa e hiperreiterativa "Munich", no sólo me planteo esto, llego a plantearme si es de verdad un buen director. Los flashback que introduce nos muestra que sigue pensando que el público es estúpido. Tan estúpido que hay que darle los mensajes muy mascaditos para que no malinterprete, hay que ser tan obvio como se pueda. Los encuadres que elige buscan más el impacto que el seguimiento de la escena. La actuación de Eric Bana en los momentos dramáticos alcanza lo risible por sobreactuada. La naturalidad de las escenas queda fuera de la pantalla. Y claro, todo esto revierte en que no hay cine en la pantalla. Todo el cine se ha quedado fuera de la sala.
Así, cuando llega el desenlace, hace mucho rato que ha dejado de interesarnos aquéllo que nos cuenta, el mensaje consciente se ha traducido en cero emociones inconscientes. Spielberg ha generado euros e insatisfacciones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Pues aunque aquí no guste Spielberg (y reconozco que en sobradas ocasiones ha hecho méritos), a mí, Munich, me pareció un peliculón.
Fallos:
-los flashback, efectivamente (no son lo mejor en este caso desde el p.v guión)
-el final con la escena de cama mezclando con el aeropuerto...tampoco eso me gustó
Aciertos:
-todo lo demás.
Encontraría a la maga?, no te parece que cada vez que Spielberg quiere decirte algo, el actor se pone serio, mira al espectador, pone voz engolada y te lanza una frase del tipo "La paz es algo que se tiene que construir entre todos, todos somos la paz".
De tan obvio que es, me parece repulsivo.
Mala, malísima Munich. Creo que sólo Torrente me ha aburrido más.
Publicar un comentario