viernes, julio 08, 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA (Guillaume Canet): 7


La película revelación de la temporada no es la más perfecta. Ni siquiera es la mejor contada. Pero sí tiene una virtud inmensa: sale de dentro.
Y cuando una peli sale de dentro, exuda cine por los poros, llega al espectador.
Lo hace pese a mil decisiones erróneas. Elige unos actores con poca química y menos gracia. Sus actuaciones individuales pueden ser correctas, pero no llega a haber la verdadera química de la amistad. Además, casi ninguno tiene vis cómica y eso hace que nunca se decante por el terreno de la comedia, que acabe moviéndose más cómoda en el drama que en la comedia generacional.
Tampoco es un acierto llevar el drama al melodrama, elegir conflictos tan bestiales como un embarazo, una salida del armario o una muerte. Para hablar de la amistad no hacía falta, qué mejor que hacerlo a través de las pequeñas mentiras sin importancia.
Y los dos últimos errores son técnicos. El primero es de estilo. Un estilo que nace del plano-secuencia y va derivando hacia una forma acomodaticia que quizá es la misma que la de los personajes. Y el segundo es las canciones. No podía haber buscado la lágrima fácil con canciones más insustanciales, tan absolutamente erróneas como la versión alegre del My Way.
Pero todo esto da igual. Porque mientras la ves, te la crees. Porque mientras la vives, te llega. Porque tiene algo que la distingue del resto de la cartelera: sale de dentro. Cuenta a todos algo muy íntimo.

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