viernes, noviembre 12, 2010

ANVIL (Sacha Gervasi): 9


Anvil es la película que todo artista debería ver. Es más, no sólo ver, sino convertirla en su religión.
Lo es por lo que cuenta. Por la fe inquebrantable de un par de locos en el triunfo, en romper la barrera que separa su propio patetismo del ajeno. Por la determinación con la que buscan su autorrealización sin perder sus valores. Por encontrar la felicidad en el camino más que en el destino.
Lo es también por cómo lo cuenta. Y lo cuenta con verdad. Con una cámara en mano que se vuelve agente doble, se vuelve cómplice de protagonista y espectador. Con un humor que desnuda a los personajes y luego les hace merecedores del calor de un abrazo. Con una ternura idéntica a la de los amigos, a los cuales llegas a querer más por sus virtudes que por sus defectos.
Con todo eso, Sacha Gervasi construye una obra maestra. Un monumento al arte, pero también al al fracaso, a la familia. Una nueva demostración de que es en los márgenes de la realidad y del triunfo donde se encuentran las metáforas que convertir en ejemplo, en referente vital.
Por ello, si el fracaso de Anvil como grupo les dignifica, el éxito de la peli les glorifica.

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