domingo, marzo 21, 2010

THE ROAD (John Hillcoat): 5


Debería decir que "Me debo a mi público". Lástima que no lo tenga. Porque ese es el único motivo porque el me pongo delante del ordenador a escribir acerca de esta película. Porque tengo un compromiso de escribir acerca de cada peli que veo en el cine.
Sólo que normalmente disfruto haciéndolo. No es el caso.
Es tan fría, tan coñazo, tan visceralmente lejos de la epopeya pretendida que cada uno de sus fotogramas cae cual plomo sobre los anteriores.
No es culpa sólo de la fotografía, gris como el futuro que dibuja. Tampoco es culpa del pesimismo de postal en el que nos envuelve. Ni siquiera de la atmósfera tópica de ciencia ficción. Tiene que ver con unos personajes que sólo interesan cuando recuerdan, cuando sueñan. Tiene que ver con su viaje, que pudo ser interesante en la novela, pero que no lo es en el paso al cine. Su dureza es innecesaria. Su emoción es sentimentalismo. Su aprendizaje es obviedad.
Su metraje es un coñazo de tomo y lomo, sólo salvado por la aparente profundidad del tema. Cada estrella que le ha dado la crítica es una pérdida de prestigio para el cronista. Cada punto que le doy yo es un regalo más motivado por la falta de defectos, que por la generación de efectos. Cada palabra que escribo me arrepiento más de haber iniciado este escrito. Así que es momento de acabarlo.

7 comentarios:

fran iñareta dijo...

jajaja. pero ¿te has leido el libro? ¿sabías que era lo que ibas a ver? yo creo que no. En fin, que no puedo estar más en desacuerdo contigo ;-)

Anónimo dijo...

En este link hay críticas literarias sobre el libro en el que se basa la peli (y también de alguna otra):
http://algodelibros.blogspot.com/search/label/Cormac%20McCarthy

No pienso verla, no pienso leerlo.

Me encanta este Blog, enhorabuena Alberto.

Alberto Córdoba dijo...

Me gustaría decir que he leído a McCarthy. No es el caso.
Sé que tiene fama de genio, y alguna de la gente que más me fío, dice que es incluso mucho más.
pero eso no significa que sus pelis sean buenas. Ésta desde luego no lo es.
No hay magia en ningún momento. No hay más que rutinariedad

Anónimo dijo...

Escribas lo que escribas, no dejes de hacerlo. Tienes más público del que crees.

Fran Iñareta dijo...

El libro de McCarthy La Carretera es probablemente una de las historias paterno-filiales más increibles, poderosas y vivas que se hayan escrito jamás. La película, que evidentemente no es el libro, es una adaptación más que digna del libro, en la que lo importante no es el viaje, ni los previos (lo que tu llamas sueños) a la situación por la que atraviesan, sino la relación de amor de un padre por su hijo en una situación extrema y desesperada que, sin embargo, no les permite atravesar ciertos límites.
La verdad es que yo no creo, ni mucho menos, que la película despierte tantos bostezos ni que sea tan pretendida como se deduce en tu post, pero es como todo, para gustos las películas ;-)

Anónimo dijo...

Fran, coincides absolutamente con la opinión de Juan en:
http://algodelibros.blogspot.com/

Has leído su crítica del libro??
Aquí van párrafos sueltos, no puedo pegarlo entero:

Un padre y su hijo recorren a pie una carretera con todas sus pertenencias en un carrito de la compra, se dirigen hacia el mar, por si allí aún es posible la vida, o por si allí, simplemente, hace un poco menos de frío.

Les atacan, les roban, se los intentan comer...

En La carretera hay también otra cosa: un amor infinito (eso también lo dije ya y eso también suena muy pedante o muy cursi, pero es cierto).

El amor infinito de un padre por su hijo.

Si La carretera te pone un nudo en la garganta y hasta te hace llorar porque hay un padre, antiedípico y antikafkiano, un tipo que en su día se intuye que fue alguien y que ahora se limita a cuidar y a proteger a su hijo, pero no a cualquier precio. Hay cosas que ni en el peor de los mundos posibles son tolerables, le dice este padre a su hijo con cada una de sus decisiones. Nosotros no somos como ellos, no podemos, por ejemplo, matar a un bebé para comérnoslo, de ninguna manera, porque entonces sí que no valdría la pena. Ya no nos quedaría nada y eso sería peor que el apocalipsis.

De McCarthy se saben muy pocas cosas, es otro de esos tipos raros y huraños que se empeñan en escribir y esconderse, no le gustan las fotos ni las entrevistas ni mezclarse demasiado con la gente.

Pero se sabe que tenía 74 años cuando escribió La carretera (76 ahora) y un hijo de ocho, John Francis McCarthy, a quien está dedicado el libro.

Y leyéndolo, volviendo a leerlo ahora, comprendes que La carretera es una larga carta que le escribe un padre ya viejo a su hijo, que aún es sólo un niño, para contarle todas esas cosas que más adelante seguramente no tenga tiempo.

Cosas como que le ha traído a un mundo terrible, lleno de dolor, de angustia y de miedo, un mundo que incluso puede ser mucho peor en el futuro, y que ni siquiera sabe explicarle por qué lo ha hecho. Pero que no se arrepiente, no puede arrepentirse, y que le quiere y que ahora ya no es capaz de concebir la vida sin él, que es todo absurdo y seguramente egoísta por su parte, pero que no va a abandonarle, que estará a su lado hasta que se quede sin fuerzas, y más, mucho más si es preciso, y luego sí, tendrá que seguir el hijo solo, terriblemente solo, enfrentarse a todos los peligros que le esperan sin un padre y muchas veces también sin fuerzas. Deberá ser valiente, deberá vencer el miedo y todo lo demás. No podrá rendirse, eso nunca, y así a lo mejor algún día lo consiga, y si no, habrá valido la pena de todas formas, porque existen también lo buenos, ellos son el mejor ejemplo, y existe sobre todo la bondad. A veces, no todo es una mierda. Está también el fuego, y está la vida, la vida que siempre sigue, a pesar de todo sigue, y ese es el mayor y el único misterio ante el cual ningún padre puede ofrecer ni una respuesta ni una explicación. Al fin y al cabo, él sólo es un hombre, lleno de miserias, de pecados y de errores. Él va a dejar a su hijo solo muy pronto, quizá demasiado pronto, pero no se arrepiente porque lo más seguro es que eso, su hijo, sea lo único que ha tenido sentido en mitad de tanta tristeza, tanta locura y tanta oscuridad.

Fran Iñareta dijo...

MADRERRRRRRRRR. No tenía ni idea de que tenía un hijo, pero efectivamente, tal como dice la crítica parece una carta...
Que subidón de regalo