El terror no es una sensación, es un estado de ánimo, una forma de vivir.
Desde siempre, el cine americano nos ha llevado hacia la mentira. Nos ha estremecido con sustos, con pasillos que impiden ver el final, con hachas detrás de una puerta. Pero eso no es terror, eso es miedo puntual.
El terror es lo que te rodea y no se despega de ti. El terror es lo que se vivía al otro lado del Muro. El terror es lo que se palpa en la cotidinianeidad de estas dos chicas, que se disponen a vivir un episodio que marcará sus vidas.
Y para lograr esto, Mungiu no busca el terror por las vías del cine conocido. No sólo se aleja de pasillos y de hachas, también se aleja de apariciones de extraños o navajas que se integren en la trama. El terror nos lo muestra con una cámara fija, generalmente mal encuadrada que logra que nos lleguemos a olvidar de ella, que lleguemos a olvidar que hay un cuarto ojo.
Sólo con esa sensación, ya logra que nosotros devengamos testigos de su realidad. Pero Mungiu no se detiene ahí, va más lejos. Al elegir el punto de vista, no opta por la que chica que aborta, opta por su amiga. Y al hacer esto, nos mete mucho más en la historia, consigue que pasemos de testigos a protagonistas, que veamos el melodrama como nuestra vida real, que sintamos su terror, que identifiquemos si nos pudiera pasar a nosotros.
Todos estos recursos de guión y de dirección llegan a un punto extremo en una de las mejores escenas del cine moderno. El momento en el que se encuentran en una sola habitación el abortista, la embarazada y su amiga consigue un momento de realidad como sólo el cine no americano puede conseguir. Consigue que palpes su vida. Consigue que no te asustes. Consigue que sientas el verdadero terror.
Consigue que vivas lo que no viviste, el Comunismo, el terror en estado puro.
1 comentario:
Excelente!!
Esta pelicula la ordene esta semana...Espero encontrarla tan agresiva e inesperada como tu comentario.
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