martes, noviembre 03, 2009

500 DÍAS JUNTOS (Marc Webb): 6,5


La comedia romántica es un subproducto. Pero como todo subproducto puede dignificarse. Notting Hill, El cielo abierto y Antes del Atardecer han sido de los pocos en los últimos años que lo han conseguido.
La receta para dignificarla está muy clara. Pasa por alguna de estas tres cosas. La primera es conseguir hilaridad en la comedia, hacer reír hasta olvidarse de la endeblez de lo que se ve. La segunda es la profundidad del romance, hacer llorar con tanta sinceridad como filosofía. La tercera es la originalidad, optar por caminos nada transitados que saquen a la comedia romántica de la ruta al estercolero.
500 días juntos busca denodadamente por alcanzar su dignidad. Y lo hace por los tres medios.
Primero busca la originalidad. Toma decisiones aparentemente arriesgadas en la estructura no cronológica, en las imágenes pictóricas, en la aceleración del paso del tiempo. Pero no se atreve a arriesgarse del todo.
Luego prueba la hilaridad de la comedia. Y durante algún segmento lo consigue. Gracias a la empatía con el protagonista y a una cierta mirada irónica, logra risas durante 30 minutos muy agradecibles de su metraje. Pero de repente, le da miedo seguir por esa línea, continuar su apuesta por la corrosión.
Y entonces pasa a la última de las probabilidades, a buscar la profundidad en el romance. Y ahí quiere alejarse de los tópicos fáciles, del chico recupera chica, del final de Hollywood, de la parte dura del amor, de la droga de autoengaño en que puede convertirse. Pero lo hace sin convicción, sin ofrecer más filosofía que un artículo de revista.
Por eso, entre fotos llamativas, gracietas de test y reflexiones autoirónicas, acaba pareciéndose más al Cosmopolitan que a El graduado. Y es que, igual que el protagonista, el director también hace una mala revisión de la película germen de la comedia romántica moderna. En la acumulación, Webb olvida las recetas que Buck Henry y Mike Nichols encontraron. 
La dignidad no está en la apariencia, está en la esencia. Si se quiere contar algo especial, si se cuenta desde las tripas, ya hay la materia prima para la comedia romántica. Lo demás está en la elaboración: en sumarle risas, en proporcionarle profundidad, en encontrar la voz original.
500 días juntos se preocupa por la elaboración, pero no tiene materia prima.

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