lunes, marzo 30, 2009

LA CLASE (Laurent Cantet): 8


Hay dos tipos de películas: películas que te hacen mejor la vida y películas que te hacen mejor persona. La clase es de las segundas. Aunque a ratos es también de las primeras.
Es de las primeras porque pocas películas te acercan a ver un mundo que conocemos pero que en el fondo desconocemos, que sabemos que existe pero no cómo funciona, que imaginamos su complejidad pero que no reconocemos a quien la afronta. Y es que La clase nos mete en un mundo nuevo, el de las escuelas llenas de inmigrantes. Y no es un mundo ajeno, es nuestro mundo.
Y nos permite ver esa vida a través de una rendija. Nos ofrece sus aristas y sus recompensas, sus luchas cotidianas y sus pequeños triunfos, sus fracasos y sus incomprensiones.
Y lo hace entre sus muros. Cantet es tan fiel a sí mismo que no sale nunca de ellos. No trata de buscar explicaciones psicológicas al comportamiento de sus personajes, simplemente los muestra tal y como son. Las explicaciones las debe dar al espectador. Él simplemente lanza preguntas, algunas de ellas tan fuertes como si la democracia es el mejor sistema, como si el Estado del Bienestar no ha podido llegar a su punto sin retorno.
La clase te ofrece eso y no te ofrece otra cosa. No todo el rato te entretiene, pero sí todo el rato te hace saber más, sentirte peor para sentirte mejor. La clase no es Recursos Humanos, no es su mejor película, pero sí es la clase de película que permite ver que detrás de sus imágenes hay un autor que, pese a su compromiso con el mundo, nunca hará trampas.






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