lunes, junio 01, 2009

FICCIÓN (Cesc Gay): 9


Hace ya un año largo que se estrenó esta película. Su paso por las carteleras fue tan silencioso como su protagonista. A ello le encadenó su idioma original, el catalán. Su paso por los festivales fue tan silencioso como el paraje donde se desarrolla. A ello le encadenó la ceguera de los críticos.
Ávidos de películas pedantes y pretenciosas, la pequeñez y precisión de la película de Gay generó un inusitado ostracismo. Creo que fue injusto. El tiempo me dará la razón. Y si no me la da, seguiré pensando lo mismo.
Y es que ayer pude volver a verla por segunda vez. Lejos del posible impacto de los focos, de la sorpresa ante el que no espera nada, la propuesta del creador de las notables Krampack y En la ciudad se convierte en sobresaliente. No hay razón para no dejarse llevar por su silencio, por sus pausas, por sus atmósferas, por sus miradas, por su condición de metacine, por su descomunal romanticismo.
Algo hay en ella que me pega en cada uno de los planos, en cada una de las insatisfacciones de los recién cuarentones, en cada una de las no decisiones que toman. Algo hay en ella que me ata a sus emociones y me hace vivir las mías. Algo hay en ella que me genera tanta admiración intelectual como olvido de su condición de obra para convertirse en vida. En una vida que imita a la ficción. Como la ficción imita a la vida.

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