
Su protagonista se considera un genio. Su director, también. Y por ello, se empeña en ofrecernos mil trucos que le hacen parecer más listo, pero no mejor director. A saber: cambios drásticos de lente, dar la vuelta a la cámara, letras mil, planos-secuencia sin fin, uso de un actor de prestigio. Pero todos, todos son falsos. Parece que todos aportan y sin embargo, son absolutamente inanes.
Y es que todo es inane en "Sin límites" salvo un guión con algún giro de interés. Gracias a él y a la fuerza que trata de imprimirle su director, eres capaz de obviar el tedio de la lluvia de Semana Santa, eres capaz de obviar la falta de lógica y rigor, eres capaz hasta de olvidar la pregunta de qué coño hace ahí metido Robert de Niro y por qué le pone tan poco empeño.
Si la ves, al menos, no hagas como el prota y como el director. No creas que eres más listo por entenderla, no hay nada que entender.