lunes, febrero 21, 2011

PRIMOS (Daniel Sánchez Arévalo): 8,5

No soy objetivo, no lo quiero ser. Hay películas que son como personas: las amas. No importa que tengas defectos, los quieres más por ellos. Primos es de éstas. Amo Primos.
No es un amor incondicional, no la amo desde la desmesurada primera escena. Su monólogo inicial me seduce, me mueve a reírme, su continuidad me cansa un poco. Pero en el momento en el que da el salto a Comillas, su paisaje, su energía y su locura me llevan a sentirme en casa, a visitar territorio conocido, a divertirme con mis amigos, a revivir mi vida.
De eso va Primos. De la fiesta que todos vivimos cuando queremos salir de nuestro pozo. De la necesidad de soltarnos para dejar atrás las lágrimas, de cómo el disfrute nace del drama, cómo la comedia no es sino la mirada que da el tiempo tras la tragedia.
Todo eso es lo que puedo decir de Primos tratando de ser lo que no soy: objetivo. Pero lo que debo decir es lo que me sale de dentro. Que no se me fue en ningún momento la sonrisa de niño. Que no paré de soltar carcajadas de adulto. Que empaticé con cada uno de sus personajes. Que amé cada uno de sus errores. Que lloré sólo de la emoción de amar. Que acabé aplaudiendo como la mitad de mi sala. Que su antológico final me produjo una felicidad como la que sólo puede dar el amor.
El amor a un desternillante Raúl Arévalo. El amor a un sublime Quim Gutiérrez. El amor a un director, Daniel Sánchez Arévalo, que con 3 pelis ya logra construir un mundo propio pero permite que sea el de todos.

2 comentarios:

Palco de la Sèvignè dijo...

Tu crítica es muy interesante pero, la verdad, un poco subjetiva. A mí, por ejemplo no me gustó nada pero bueno lo interesante de la vida es la diversidad.
Por cierto visita mi blog (palco de la sevigne en google) donde hago una crítica de la peli

Alberto Córdoba dijo...

Sé que tienes razón, pero yo no puedo evitar que haga que me muera de la risa.
Sé que no es tan inteligente su humor como en otras de sus pelis, pero a mí logra hacerme reír. Y siempre logra una identificación, de la que carece la mayoría del cine español. No es una opinión, es una vivencia.