miércoles, enero 26, 2011

DE DIOSES Y HOMBRES (Xavier Beavois): 6,5



Tengo una espiritualidad a prueba de fe. Por eso todo lo que aquí comento, parte de ese hecho. De que, dada mi superficialidad hacia la vivencia religiosa, cuesta que me lleguen ciertos mensajes, ciertos sentimientos. No por ello dejo de admirarlas.
Y lo que me sucede durante la peli ganadora de Cannes es que no dejo de admirar, nunca llego a empatizar. Están a un nivel tan alto los monjes protagonistas que nunca llego a sentirles cerca, a emocionarme con su historia.
Eso no impide que siga creyendo que son maravillosos, que son referentes. Eso no impide que admire la obra de Beauvois. Eso no impide que no me dé cuenta de su coherencia. De cómo asume un estilo y lo mantiene hasta el final. De cómo acepta el silencio y el canto religioso como el sonido de sus vidas y por tanto, el sonido del cine. De cómo refleja su tranquilidad vital y su estrés ante la muerte. De cómo retrata sus vidas como parte de algo en esencia superior.
Todo eso es cierto. Pero el caso es que cuando llega el momento de emocionarme, no lo consigue. Cuando llega el momento de amarlos, me quedo en la celebración. Cuando llega el momento de epatarme con un último y maravilloso plano, me quedo en la admiración.

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