domingo, julio 02, 2006
GRIZZLY MAN (Werner Herzog): 9,5
Resulta difícil explicar por qué un documental acerca de un tío que vive con osos puede ser el mejor film del año. Resulta difícil hacerlo, pero lo es. Y de largo.
Quizá no lo sea por la premisa y tampoco sólo por el material. Quizá lo es por todo. Lo es por la voluntad de Herzog de hablar de su vida a la vez que lo hace de la de este ecologista no sobrado de neuronas. Lo es por una estructura que bordea con meandros los ríos de la reiteración. Lo es por un humor que asoma de la propia vida y su colateral insania. Lo es por el caos que asoma de la infructuosa búsqueda de la armonía. Y lo es sobre todo por el personaje que aborda, siempre funambulista entre una locura inhumana y una realidad tan humana.
Todo esto es fusionado con un material tan verdadero que no ha nacido para ser mostrado. Un material que es diario íntimo y es, a la vez, exhibicionismo. Un material que propone relaciones épicas y desenlaces realistas, personas animales y animales humanos. Todo eso es mezclado en una coctelera en la que el azar juega la menor de las bazas. La mayor la juega un alemán en permanente estado de gracia. Un alemán en lucha constante por exorcizar sus obsesiones. Por mostrarlas en una pantalla de un modo que cambie el mundo en el que vive. Como Timothy Treadwell, como un príncipe valiente.
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3 comentarios:
Pos vaya, que no iría a ver una película de osos habiendo otras tan apetecibles como "superman.El retorno"
Mato, caigo por primera vez en tu blog, no he visto todavía grizzly Man pero estoy deseando. Herzog es un genio, y flipé con Aguirre y Nosferatu, me encantaron. Atento al documental que hicieron sobre la relación entre Herzog y kinsky en Aguirre, creo que se llama mi enemigo numero 1, o mi enemigo intimo o algo así. Es descomunal.
Luis Blas (pero el primo, el campeón)
Luis Blas, estoy en Santander con tu primo (el subcampeón). De las que dices de Herzog no he podido ver más que "Aguirre, la cólera de Dios" y es grandiosa, sublime. Casi tanto como Grizzly man. Coge la cámara con la tranquilidad, la transgresión y la agresividad del que confía tanto en su material que no necesita buscar giros que subviertan los códigos.
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