Exceptuando el catedrático Haneke, puede que Woody Allen sea el más filósofo de todos los directores. Sin embargo, si de algo carece su cine es de filosofía. Exceptuando al recién muerto Rebella, puede que Woody Allen sea el más triste de todos los directores. Sin embargo, si de algo carece su cine es de tristeza.
"Conocerás al hombre de tus sueños" lleva estos dos hitos hasta el extremo. No es filosófica ni es triste, todo lo contrario. Es sin duda la película más divertida que hace desde su época de gloria en los 90. Hace de la risa un arte sublime, que lleva a que pasen sus minutos con la felicidad del que conoce la vida y la asume como es. Del que ya no se hace preguntas porque sabe que ya no son necesarias las respuestas. Abandona la filosofía al generarnos nuevas ilusiones.
Y Woody Allen alcanza este estado de gracia utilizando como nunca sus armas de siempre. Con personajes magníficamente paródicos. Con una trama de historias paralelas perfectamente hilada, que multiplica el impacto de cada situación. Con una visión de la vida tan patética como glamourosa. Con un poderío visual mayor de lo habitual. Con unos actores nacidos para la comedia.
Y dentro de esto, como siempre, es capaz de dejar sitio a cada personaje, de hacer que cada secundario se sienta protagonista. Lo hace una Naomi Watts en eterna deificación, un Antonio Banderas desternillante. Porque si toda la función alcanza momentos gloriosos, entre ambos llegan al cielo en 3 escenas que pasarán a los hitos del tópico plano fijo de la comedia. Muestran cómo dos actores de comedia pueden hacer que una escena sea al mismo tiempo graciosa, metafórica y reveladora.
Así, entre ilusiones y realidades, Woody Allen nos lleva gozoso hacia un final que en su único error, quizá se precipita. Y al precipitarse, quizá nos deja menos tiempo para la reflexión, para las preguntas. Vuelve a conseguir alejar la tristeza, alejar la filosofía.