
Yo era niño en aquella época. Y sí las disfruté. Eso sí, luego me he hecho adulto y he podido volver a verlas. Y desgraciadamente, he visto que eran pelis de aventuras apreciables, pero llenas de trampas y chistes fáciles, que eso sí, alcanzan a veces la credibilidad, la verdadera emoción. Es justo de lo que carece Super 8.
Este homenaje a aquella manera de hacer cine tiene la fuerza del cine hipertrofiado, de la tensión de una trama potente y tiene la carencia de la copia sin alma. Y es que como pastiche de "E.T", "Los Goonies", "Parque Jurásico", "Poltergeist", "La guerra de los mundos" y "Cuenta conmigo" acusa que no es realmente una peli de pandillas y que tampoco es una peli de invasiones. Y con ello, pierde identificación de los niños y pierde tensión narrativa, gana desinterés y aburrimiento.
La consecuencia es que se deja ver. Pero que no gusta ni a adultos ni a niños. La consecuencia es que los que fuimos niños, no conseguimos sentir nostalgia. Y que los que ahora lo son, no se quieren subir a ese carro.
Es una oportunidad perdida. Lástima, porque hay oficio. Lástima, porque como apuesta, podía haber sido interesante.