En función de cómo uno la vea, a la nota de esta película se le puede poner un 1 delante. Porque viéndola puedes ser completamente feliz. Viéndola puedes sentir el mismo orgasmo que yo sentí desternillándome de "Independence Day".
Porque eso es la peli: una parodia involuntaria. Hay tantas situaciones que encuentran el ridículo que el ridículo acaba formando parte de la esencia de la película. Y es entonces cuando no sabes si lo que ves es sublime o simplemente ridículo.
La vergüenza ajena no tarda en entrar. Lo hace en el primer fotograma cuando te introducen por vez primera frases de autores célebres, a la busca de enjundia intelectual. Pero si a la mierda le incluyes una cita de Balzac, sigue siendo mierda. Continúa con una voz en off en pos de un personaje que nada tiene que ver con la trama, y que sólo aporta una supuesta filosofía que no alcanzaría ni la de un manual de autoayuda. Prosigue con unos personajes pretendidamente interesantes, cuyo interés se resume en su cuerpo. Lo acompaña de unas situaciones tan esquemáticas y falsas como de las de los dos publicistas que les ponen a competir por un supuesto premio. Lo adorna con que al final este premio lo ganan unos dibujos de la prota que enrojecerían hasta a una niña sin padre junto a la casa. Lo amplían unos diálogos tan edulcorados que serán denunciados por la Asociación de Defensa de la Diabetes. Lo magnifica la manida metáfora del faro como retiro de un supuesto ejecutivo agresivo. Se supera metiendo con calzador un accidente que introduzca la muerte y la amistad en sus inanes vidas. Y alcanza la epopeya un juego de luces y ecos durante una escena sexual que haría temblar de erotismo al mismísimo Leonardo Dantés.
Todo es tan falso como surreal. Todo es tan patético como vergonzante. Todo es tan tópico que acaba encontrando lo que no buscaba, una carcajada tan bestial que sí permite llegar a lo que quería: hacer felices a los espectadores.
1 comentario:
Si te consuela, a mí me pasó algo parecido con el libro; lo leía y leía y acabó por darme vergüenza ajena.
Buscaba, ingenua de mí, un mensaje oculto, una historia escondida, algo más profundo que explicase el éxito de esta novela... pero no. Me pareció una fantasía de un cuarentón en crisis y poco más.
Al final, lo terminé, pero rápido e incómoda. Un trámite. Menos mal que se acabó :D
No pienso leer la continuación. Tú irías a verla?
Publicar un comentario