La suerte dormida mostró al mundo a una directora totalmente coherente con su condición de guionista artesana. A pesar de sumergirse habitualmente en la escritura de proyectos de encargo, en todas las obras de la hija de José María González-Sinde sobresale una búsqueda de la dignidad del ser humano y una creencia en lo grande de las cosas pequeñas.
Y ésas son sus fortalezas y ésas sus debilidades. Cuando ha tomado un proyecto más ambicioso (Las razones de sus amigos), su naturaleza ha hecho que la ambición haya tocado tierra. Cuando ha colaborado con alguien genial (La buena estrella), ha logrado dar coherencia a la genialidad. Cuando ha tomado un proyecto pequeño, ha logrado que se haga grande, pero nunca muy grande.
Una palabra tuya pertenece a este grupo. Su falta de ambición es su fuerza y es su agarradera, es su límite y es su defecto. Película hecha para encontrar empatía, la natural capacidad de Ángeles González-Sinde y Elvira Lindo para conectar con el mundo en que vivimos hace que no necesiten forzarla. Por eso sus personajes no necesitan actos heroicos ni generosidades de diseño. Les basta con ser reales. A ello ayuda una dirección y un montaje nada efectista. A ello quizá no ayudan tanto unas actrices que cumplen cuando podrían alcanzar el cielo.
Y es que Una palabra tuya se queda un poco por debajo de su debut. La diferencia puede estar en la ambición y en el epílogo. Pero sobre todo está en el abismo que separa a Adriana Ozores de Malena Alterio, y a Pepe Soriano de Esperanza Pedreño. Quizá con dos actrices de mayor fuerza, la peli habría acabado de despegar, a convertir el humor en lágrimas, a superar las fronteras de la empatía y alcanzar las de la trascendencia.
1 comentario:
Acabo de ver esta película en el avión volviendo a Madrid. Me parece muy bien que pongan cine español en los vuelos de Iberia. La verdad es que a mí me ha gustado muchísimo, aunque imagino que el libro será mejor. Me gustó más la interpretación de Malena Alterio que la de "cañizares" que la noto un pco encasillada.
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