Aunque nominalmente sea la tercera, Babel es la primera película de González Iñárritu. Las otras dos anteriores, tan aparentemente aparecidas, han de ponerse en el debe de su guionista, Guillermo Arriaga.
Y es que el cine de González Iñárritu tiene hasta ahora patrones comunes. Amores perros, 21 gramos y Babel comparten estructuras fragmentadas, escasa linealidad, tragedias brutales y personajes en lucha. Pero si en las primeras se anteponía la crudeza, ahora se impone la compasión. Si en las primeras se apostaba por la visión caleidoscópica, ahora se impone la única. Si en las primeras se priorizaba el conflicto, ahora se opta por la narración. Si las primeras las contaba un escritor, ahora las cuenta un director.
Recomiendo a cualquiera pasar por las novelas de Guillermo Arriaga. Construye obras maestras como quien monta muebles de Ikea. Su fuerza se mantiene intacta en el paso al celuloide. Sexo sucio, violencia animal, personajes atormentados que hacen aposta malas acciones para un buen fin... El bien necesita al mal, para Arriaga. Saturado de dolor y de maldad, González Iñárritu decide en su primera experiencia ante el ordenador mezclar alguna de las constantes de su colaborador con una nueva visión del mundo. Una en la que siguen habiendo tragedias, pero no producto del ser humano, sino más bien de Dios (o como se quiera llamar al azar). Todos los personajes de Babel son esencialmente buenos. Y eso les salva cuando se equivocan. Eso permite contemplar sus brutales melodramas con una mirada en la que caben las lágrimas, en la que cabe la empatía.
Ya no cabe la hijadeputez de Fernando Echeverría o de Sean Penn, ahora brilla la bondad redentora de un Brad Pitt en estado de gracia. Como director, no ha hecho más que mantener su impresionante fuerza en las secuencias, su descomunal aprovechamiento de los conflictos interiores, su uso de la cotidianeidad como fuente de violencia, su maestría en la sala de montaje. Como contador de historias, ha apartado de su mirada la muerte de su hijo, ha ganado sin quererlo en comercialidad.
Quizá ya nunca más cuente nada tan magistral como el segundo mediometraje de Amores perros. Quizá nunca más apueste por la destrucción como origen. Quizá siga consiguiendo obras notables como quien compra muebles de Ikea. Quizá ahora crea en el ser humano. Quizá cuente sus propias historias.
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2 comentarios:
González Iñarrritu se ha vendido al sistema. Ha hecho lo que Hollywood le ha pedido
jaja, bueno lo de sergrafía... GI deja de gaanar muy buena pasta desde 21Gramos por conervar el derecho al corte final.
Al parecer Babel resoba los conflictos ya tocados en las anteriores películas, pero como bien dices, Mato, el punto de vista es completamente diferente.
Gran Crítica.
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