lunes, diciembre 11, 2006

LA SILLA DE FERNANDO (David Trueba y Luis Alegre): 8

No creo que suceda como con ese extraño fenómeno de masas que es "El gran silencio", pero sí me sorprendió ver ayer el cine Princesa abarrotado para ver la "película-conversación" de David Trueba, su desternillante y emotivo documento, su película. Porque lo que más me sorprendió no fue Fernán-Gómez, que me enamoró, sino que la película fuera tan suya. Me pareció que en su visión del mundo, en su humor y en sus contradicciones, en sus barbaridades y en su lucidez, había mucho del cine del pequeño de los Trueba, mucho de sus libros, mucho de lo que enseña, mucho de él. Mucho de lo que admira y manifiesta, muy poco maniqueísmo y mucha comprensión.

Como muchos de los que habitábamos la sala, mi novia entró con pánico ante una conversación filmada. Sin embargo, ella, yo y todo el resto de la sala pasamos un rato maravilloso. Salimos más felices y mejores personas, habiendo reído, aprendido y valorado. Es obvio que, por la elección del género, tiene muchas limitaciones, pero me encanta cómo Alegre y Trueba las asumen y se entregan a un ejercicio de cero autoría, de dejar que el genio hable y deje posteridad, de dejar que el genio se equivoque y se le quiera cada vez más. De verdad, que gracias a ellos, pasamos uno de los ratos más realmente divertidos y entrañables del año.

martes, noviembre 21, 2006

FICCIÓN (Cesc Gay): 8,5


No es fácil saber qué lleva a un autor a decidir cuál va a ser su siguiente película. Supongo que el hecho de que la anterior haya sido un notable éxito, complica todavía más el proceso. Aumentan las dudas y los folios tirados, aumenta la presión y el temor. Para Cesc Gay, el resultado ha sido que del temor ha salido algo mejor, algo más íntimo.

No sé cuánto hay de propio en el personaje que Eduard Fernández eleva hasta el cielo de la pantalla. Lo que sí sé es que lo que cuenta Gay parece tan cercano que se convierte en documento resumen de un momento de la vida. La crisis de los diez años de matrimonio, de los hijos crecidos a la felicidad y el consumo, de la rutina diaria que se parece poco a lo soñado y de los objetivos vitales que se parecen mucho a los buscados. La crisis de los cuarenta. La crisis.

Esa crisis es tomada por Cesc Gay como punto de origen de una tristeza vital que envuelve a todo el largometraje y que todavía remarca más la maravillosa naturaleza alegre del enamoramiento. Y como si fuera una mezcla de Pollack y Bresson, Gay se apunta al hiperrealismo sin dejar de ser sumamente romántico. Se apunta a mostrar la torpeza del ser humano, la diferencia entre lo que quiere y lo que se atreve, sin permitir que la vida no deje de iluminarse por los sentimientos. Aunque no se muestren. Aunque se queden en esa ficción sublime que es la vida no vivida. Aunque nos lleven a otra ficción todavía más sublime que es la vida cinematográfica.

sábado, noviembre 04, 2006

INFILTRADOS (Martin Scorsese): 8,5

Para Scorsese, el cine ha dejado de ser un medio de autoexpresión para devenir en un espectáculo. Pero qué espectáculo.

Pocas veces se consigue ver una película de intriga en la que te aten a la butaca y te lleven en un tour de force repleto de giros y subgiros de trama. Lo hace gracias a su infinita capacidad de narración, a unos actores apropiadísimos y sobre todo, gracias a un montador en estado de gracia que transforma en creíble lo que para otro habría sido increíble. De este modo, desde que uno se sienta en el cine hasta que, aturdido, se levanta, sus párpados no se han movido; sus pestañas, tampoco. Todo el cuerpo se ha visto sometido a una agitación continua, que ha sobresaltado sus emociones, que ha obviado el corazón.

Y aquí está el único defecto de la película junto a su condición de no original. No está claro si es sólo producto del acortamiento de la peli o si es cosa de la pérdida autoral de Marty, pero lo que sí está claro es que, película tras película, Scorsese obvia aquéllo que mueve su corazón. Sus problemas de fe ahora sólo son un prólogo que meter con calzador, sus antiguos problemas de adicciones ahora no son más que una llaga de un personaje cuaternario, su cinefilia militante ahora no es más que motor de algún homenaje tan obvio como baldío. Scorsese ya no está en lo que narra y por eso el espectador ya no llora lo narrado. Por eso ha saltado de su contemporáneo De Niro a su posible hijo Di Caprio. Por eso acepta al excesivísimo Nicholson por encima del sublime y amigo Keitel. Por eso toma al correcto Damon, y lo eleva hasta ser el mejor de la función.

Pero Scorsese es un genio. Capaz de mover las mandíbulas de cualquier espectador, capaz de acribillarle a balazos de tensión, capaz de escribir sin ponerse ante un papel en blanco, capaz de reinventarse de autor en artesano. Capaz de ser el mejor de los artesanos.

martes, octubre 24, 2006

Las pelis de la cartelera

Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-ALATRISTE: 9. Obra intemporal, que aúna épica y desencanto.
-EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BABEL: 8,5. Compasiva y apasionante suma de tragedias.
-BRICK: 8. Cine negro adolescente, que mezcla Coen y Lynch.
-CABEZA DE PERRO: 8. Tan rara como emotiva historia de amor.
-CAMINO A GUANTÁNAMO: 8,5. Desasosegante e implacable dramatización de la realidad.
-CATTERINA VA A ROMA: 5,5. El exceso de rabia quita verdad y risas.
-LAS COLINAS TIENEN OJOS: 7,5. Tan terrorífica que es insoportable.
-CORRUPCIÓN EN MIAMI: 7. Acción con toda la potencia de Michael Mann.
-LA DALIA NEGRA: 7,5. Narración prodigiosa sin la magia de De Palma.
-DESAYUNO EN PLUTÓN: 7,5. Divertido e irreverente cuento para todas las plateas.
-EL DIABLO SE VISTE DE PRADA: 5,5. Facilona pero divertida inmersión en los sueños femeninos.
-EN LA CAMA: 6. Tan interesante como decepcionante.
-FICCIÓN: 8,5. Morosa, hiperrealista y emotivísima historia de amor.
-GRIZZLY MAN: 9,5. Estremecedor y desternillante documental acerca de la insania como motor.
-HOLLYWOODLAND: 7,5. Bajo el envoltorio del cine negro, profundo drama humano.
-HOLIDAY: 5,5. Alargada, cursi y exenta de gracia intromisión en personajes muy actuales.
-EL ILUSIONISTA: 6. Gran ambientación y prólogo para decepcionante epílogo.
-INFILTRADOS: 8,5. Descomunal fuerza para una intriga apasionante.
-EL LABERINTO DEL FAUNO: 7,5. Perfecto y apasionante equilibrio entre realidad y ficción.
-LA NOCHE DE LOS GIRASOLES: 8. Thriller rural brutal, desasosegante.
-LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
-NUEVE VIDAS: 7,5. Coherente y potente suma de cortometrajes, ocasionalmente maestros.
-EL PRÓXIMO ORIENTE: 6,5. Divertida y alegre oda a la integración.
-THE QUEEN: 7,5. Irónica y emotiva representación de la realidad monacal, no monárquica.
-SALVADOR: 6. Muy entretenido pero alargado drama.
-LA SILLA DE FERNANDO: 8. Desternillante conversación convertida en oda a la vida.
-TIEMPO DE VALIENTES: 7. Desternillante peli de colegas a la argentina.
-UNA HISTORIA DE BROOKLYN: 6,5. Sincera, coherente y verdadera.
-UNA PARTIDA DE CAMPO: 6. Obra de más méritos pictóricos que cinematográficos.
-VERANO EN BERLÍN: 8. La ternura y el humor se cuelan en la cotidianeidad.
-EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA: 6,5. El cantautor Loach reivindica con fuerza Irlanda.
-VOLVER: 7,5. Sorprendente y desternillante vuelta a los orígenes de Almodóvar.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.

viernes, octubre 13, 2006

EL DIABLO SE VISTE DE PRADA (David Frankel): 5,5

En tiempos de auge de las “fashion victim”, de proliferación de la mujer en puestos directivos y de problemas de conciliación entre la vida laboral y familiar, aparece una película tan sociológicamente oportuna como El diablo se viste de Prada.

Ante todo, es un producto más de la Fábrica de los Sueños. Responde al prototipo de película hecha para soñar durante un rato y olvidar el resto de la vida. Responde a la típica historia del patito feo que se convierte en cisne. Pero como manda el manual de procedimientos de fabricación, aunque el cisne se vea más apreciado al embellecerse las plumas y surcar los lagos, descubre que era más feliz cuando no era mucho más que un patito feo. Y por supuesto, no era tan feo.

Como tal, la película de David Frankel no tiene más relevancia. Su guión puede predecirse milimétricamente en el minuto cinco. Su interés viene más de la conexión con una audiencia mayoritariamente femenina que siempre ha soñado con portar un bolso de Prada, unos zapatos Manolo Blahnik o un vestido de noche de Valentino. Así, al modo de la eterna Audrey Hepburn o de la vieja Pretty Woman, la protagonista descubre que hay vida más allá de las chaquetas de punto y las faldas de franela. Deslumbrada por la luz de las prendas en el viaje en que lucha por que sus sueños se conviertan en realidad, Andrea tiene que entrar a competir en una revista que puede ser fiel reflejo de muchos de los males de la empresa actual.
Todo nace de la estructura y la estructura hace cultura. Andrea es contratada como asistente de la asistente de Miranda Priestley, la redactora jefe de una revista. Si su misión nunca llega a saberla; la de su compañera, menos. Cada una de ellas se embarca en una lucha interna en que el único cometido es cumplir con la tarea que se le acaba de encomendar. Su mirada nunca pasa de la hora de la comida, que por supuesto, no es sino la del ayuno. Ninguna de ellas propone nada, ninguna de ellas define nada, todo lo decide Priestley. Eso supone sobreesfuerzos por duplicidades y nulo aprendizaje colectivo. Cada una de ellas acaba sin vida, pero con el estómago más plano. Perfectamente estilizadas para el siguiente vestido. Perfectamente ineptas para nuevas responsabilidades.

Pero si el estilo de dirección proviene directamente del organigrama, lo peor es que en el proceso, las asistentes se olvidan de para quién trabajan. Como muchas de las empresas en las que vivimos, la orientación al jefe provoca el olvido sistemático del cliente. Si las asistentes sólo piensan en satisfacer a la redactora jefe, la redactora jefe sólo piensa en satisfacer a su accionista. Para ello, las primeras son obligadas a luchar entre ellas, y la segunda se dedica a dar codazos a la otra redactora jefe. El resultado es que el propio accionista pierde dinero por desembolsos ridículos, a los proveedores se les da un trato cochambroso y de los lectores no se habla hasta que el producto llega al quiosco.

Las reuniones de preparación de la edición se parecen a muchos Comités de Dirección. No sólo es que Priestley lo decida todo y lo deniegue todo, es que sujetos a la dictadura del conocimiento de la jefa, nadie tiene más que aportar que corroborar la opinión de Priestley. Y tras años al frente de la revista, el indudable talento de ésta deviene repetición por falta de ideas ajenas y alejamiento del mercado. Porque es que, por encima de todo, en las reuniones internas se habla de producto o de ventas, no de clientes. Nadie se detiene a analizar qué producto quiere el cliente, qué le interesa al lector, qué nuevos nichos de compradores aparecen. No se hace más que la revista que Priestley quiere. Si se vende la revista o no, los lectores lo decidirán. Poco tardarán en denegar a Priestley como ella lo hace con sus asistentes.

En la reunión se habla de elaboración de producto o de ventas, no de clientes. Nadie se detiene a analizar qué producto quiere el cliente, qué le interesa al lector, qué nuevos nichos de compradores aparecen. No se hace más que la revista que la jefa quiere.
La revista inventada por Hollywood seguirá sin aprender del propio Hollywood. Ese Hollywood que, calidad o arte aparte, siempre está al tanto de lo que gusta y preocupa, de lo que el público busca y paga.

viernes, septiembre 22, 2006

ALATRISTE (Agustín Díaz-Yanes): 9


Cada vez entiendo menos ciertas críticas. Ni las de la propia crítica ni las del público. No sé cuánto hay del prejuicio en sus juicios, y cuánto hay de su propio pensamiento.
El caso es que ayer vi Alatriste y todavía no se me va de la cabeza. Es un torrente de emociones contadas de forma magistral, bajo una épica del desencanto que permite explicar en un solo plano toda la historia de España.

El problema de no ver una película en un festival o, al menos, en la primera semana es que tu juicio ya no es uno en sí mismo , sino por comparación con todas las expectativas que te han generado. Y en mi caso, a fuerza de leer pero también de oír a amigos, entraba al cine como quien va al corredor de la muerte. Iba a ver una peli de trama muy confusa, con un Mortensen que no te lo creías ni en broma, larguísima, con demasiadas batallas y sí, bien ambientada, pero poco interesante.

Cuando salí del cine, con los ojos empapados en lágrimas y las piernas listas para el combate, me planteé si no habría entrado en otra sala. La trama no puede ser más clara. Díaz-Yanes ha logrado reducir cinco libros a un solo hilo argumental que funciona con el mecanismo de un reloj. El mayor peligro de una historia que cubre tantos años es que el periodo entre escena y escena cambie la narración. Pues aquí no es así, las intrigas palaciegas se retroalimentan, el desencanto se va sumando, la lucha de clases encarneciendo, pero nunca hay saltos temporales, el tiempo podría ser único y nada apenas cambiaría.

Sobre los actores, esperaba reírme según los viera u oyera. Eludiendo el hecho de que sorprende el salto que pueda dar un actor de “7 vidas” a hacer un personaje histórico y real, todos los actores están soberbios. Tanto representan en breves trazos a sus personajes como declaman como marca la exigencia del Siglo de Oro. Si Ugalde se muestra un todoterreno de la credibilidad y Anaya impoluta como víctima de sus propias ambiciones, es Ariadna quien luce resplandeciente, nacida para el papel. Y si Echanove y Eduard tienen la fuerza que les caracteriza, lo de Viggo Mortensen es de otro planeta. No sólo aporta el infinito carisma que el rol necesita, sino que lo dota de una sutileza de gestos, emociones, hombrías que lo elevan hasta la categoría de uno de los personajes más maravillosos de la historia del cine español. Y un personaje así no puede tener un habla convencional, tiene que tener un habla gallarda, vasca, especial. Y Mortensen se lo da, convirtiendo su defecto en virtud, en realidad, en fuerza, en determinación. Vamos, que en mi opinión, no sólo Viggo es el mejor Alatriste de los posibles, es el único de los posibles.

A partir de ellos y de un diseño de producción en el que todo el dinero se ve gastado en la pantalla sin necesidad de resaltarlo mediante grúas o indecentes planos generales, el equipo técnico de Tano construye una sobrecogedora atmósfera de épica y desencanto. La dirección artística es tan inmensa como los cuadros de Velásquez que son la fotografía. El vestuario es tan sucio como era la realidad de un siglo de oro que acabó siendo de mierda. Y es que la realidad de la pantalla parece la realidad de la vida. Y eso aporta una credibilidad a la acción que el Tano guionista se encarga de configurar, el Tano director de armonizar, y el Tano montador de implantar.

El producto final no es sino una obra maestra. Una obra a la que el tiempo se encargará de dar la razón, de no buscar fracaso artístico donde hay éxito comercial, sino de ver e identificar que Alatriste proporciona una historia que no está dentro de la historia, sino que podría ser la propia historia. Porque hablando de Alatriste, Díaz-Yanes habla de sí mismo y de sus obsesiones, pero sobre todo habla de España, habla de nosotros, habla del destino del viaje. Y lo hace con el desencantado pero implacable orgullo de un soldado español.

lunes, septiembre 18, 2006

SALVADOR (Manuel Huerga): 6


Hay decisiones políticas de forma que casi anulan el fondo. Salvador padece una de ellas.

Salvador hace bien en tratar de meterse en la realidad y, para ello, ser multilingüe. Es tan multilingüe que de verdad representa la realidad barcelonesa de los 70 y se habla un 1% en francés, un 9% en catalán y un 90% en español. Por eso molesta tanto que todos los títulos de crédito se pongan en la lengua no vernácula de José Montilla. Parece que buscan la más mínima oportunidad para justificar las subvenciones y que aparezca una palabrita catalana. Parece que Franco hoy tiene un sucesor y éste no es Zapatero ni Aznar. Es Maragall o Mas o Carod, aquéllos que se inventan un problema donde no lo hay. Pues bien, esta gilipollez, aparte de que hará disminuir las taquillas fuera de los Països, aleja al espectador lo suficiente para que este apasionante drama sólo resulte entretenido. Claro, que no sólo es producto de la decisión política, y en el fondo, económica. También lo es de una cierta torpeza en el guión, camuflada por miles de aciertos en la dirección.

Porque si la historia original tiene una fuerza y un carácter épico notables, pese a que su estilo le pudiera llevar a otros terrrenos, Huerga no hace nada por evitarlo, pero Lluis Azcarazo sí. Lo hace al cometer distintos errores, difícilmente justificables. El primero es el más imperdonable: el no respeto a los puntos de vista. La peli nace de la voluntad de narrar lo que cuenta Puig Antich al abogado que interpreta Tristán Ulloa. Bien, pues eso haría que debiera verse lo que él vive, o al menos lo que le han podido contar. Ni lo uno ni lo otro. Entre cartas enunciadas y acciones no vividas, al espectador se le vuelve loco. En busca de la forma más divertida de contar, se pierde la fidelidad y la coherencia, se pierde el respeto a sí mismo. El segundo error, y de resultados más funestos, es la colocación del último punto de giro. Desde éste hasta los títulos de crédito transcurren 45 minutos, el doble de lo académico. Esto revierte en alargamiento y pérdida de épica, en miradas al reloj y alejamiento emocional. Y no es más que producto del tercer error: la voluntad por intrigarnos con un desenlace que todos conocemos. La intriga no estaba ahí, estaba en las reacciones emocionales de Salvador. Y en esas sí que triunfan guionista, director y actor.

Acompañadas por las excelsas Watling y Rubio, Brühl logra sus mejores resultados cuando Huerga encuentra su estilo. Y éste no es sino el realista irreal que demostró en su obra maestra, Antártida. Con ellas y sus ensoñaciones puntuadas de éxitos musicales, construye los mejores momentos, ésos que podrían quedarse fuera del montaje final si atendemos a la pura sinopsis, pero ésos que hacen que Salvador tenga momentos tan mágicos que merezca la pena pagar la entrada. Aunque tengas que comerte rotulitos que no vienen al caso. Aunque haya catalanes que hablen en francés, y una madrileño-británicas, un argentino y un alemán que lo hagan en catalán. Afortunadamente, quizá representa el mundo de hoy. No creo que el de los setenta. Sí, el de los políticos que imponen normas donde no hay problemas, sean obligaciones lingüísticas, sean sentencias de muerte.

lunes, septiembre 11, 2006

DESAYUNO EN PLUTÓN (Neil Jorda): 7,5

Si la frase hecha dice que la vida es un viaje en la que el destino es lo de menos y que lo que importa es el propio viaje, Patrick Kitten Braden se encarga de demostrar lo contrario. Lo único que importa es la expresión con la que se afronte el viaje. Ya puede ser un descubrimiento de la Antártida, una luna de miel en Cancún o un cambio de sexo. No importa qué sea, lo que importa es si sonríes al hacerlo.

Tras una racha de falta de éxitos de público, que no de crítica, Neil Jordan ha decidido volver a su infancia y a su Irlanda natal para contarnos una historia tan universal y contemporánea como la propia Irlanda. Y lo hace a lomos de su conocimiento de la narrativa, de su formidable habilidad para el encuentro de la empatía. Sus personajes no tienen necesidad de ser buenos ni expresivos, simplemente caen bien. Y lo hacen aunque sean asesinos gordos a lo Forest Whitaker, inanes perdidos a lo Stephen Rea o locas grandilocuentes a lo Cillian Murphy. A todos les caracteriza una cosa: sus vidas se ven agitadas, agradablemente sorprendidas, cuando encuentran la cámara de Jordan. En su lente se deforman sus dramas para hacerlos comedias, sus torturadores se vuelven salvavidas.

Es posible que, dada su última falta de diana en la taquilla, Jordan haya optado por ciertos recursos comerciales que embellecen la trama y la acercan al gran público. La banda sonora es un regalo para que tarareemos los paletos musicales. La colorida fotografía no es sino la luz de la mirada de Kitten. Y el final coherente, pero a todas luces optimista, es la forma de decirnos que la vida puede ser un cuento. Un cuento en el que no importa el texto, sino cómo acoges las palabras.

domingo, septiembre 10, 2006

CORRUPCIÓN EN MIAMI (Michael Mann): 7


El gran público no distingue de nombres, distingue de emociones. Para ellos, Michael Mann no existe. Existe el tiroteo de Heat, la pesadumbre de Russell Crowe en El dilema, la atmósfera y el lobo que cruza Los Ángeles en Collateral. Existe la tensión y horterismo de la serie por antonomasia de los 80: Corrupción en Miami.

A caballo entre su formación europea, su gusto por personajes multidimensionales y su habilidad para el cine de acción americano, Michael Mann se erige como uno de los pocos habituados a los éxitos masivos que es capaz de tener una voz, un estilo y una coherencia consigo mismo y con el mundo en el que vive. Quizás por su condición añadida de escritor (aunque es mejor cuando se deja acompañar por Eric Roth) sus películas tienen siempre un poso de pesimismo que no hace sino incrementar la verdad, la fuerza del espectáculo. No es dado a mensajes ni parábolas. Se basta de su cámara, de su puesta en escena y de su descomunal habilidad para el montaje para construir conflictos éticos sin necesidad de que se vuelvan discursos.

Aunque no sea de sus mejores pelis, todas estas virtudes se conservan en el paso a la sala oscura de Miami Vice. A una trama tópica de mainstream, en la que no faltan secuestros de la chica del héroe ni amores entre el bueno y la mala que no es tan mala, Mann es capaz de dotarla de una realidad ajena a la fácil tendencia a la autoparodia que tenía la serie. Así, escena a escena, malo a malo, la peli va entretejiéndose hasta hacer saltar la tensión por los aires. A ello ayuda un hiératico y espeluznante Luis Tosar, de largo el mejor de la función. A ello nada contribuye un Colin Farrell, perdido en la tensión entre la parodia del chuloputas que es y la de la verdad de la granulada cámara del gran Michael Mann.

lunes, agosto 28, 2006

LA NOCHE DE LOS GIRASOLES (Jorge Sánchez-Cabezudo): 8


Es curioso que España se haya especializado en un género tan poco común como el thriller rural. Si miramos la historia del cine español, pocos géneros han dado obras tan insignes como “El cebo”, “Furtivos”, “Los santos inocentes” o “El séptimo día”. “La noche de los girasoles” pasa a sumarse a este grupo.

Lo hace fundamentalmente porque parte de un guión alambicado y directo, serpenteado y brutal. Porque deja tiempo a cada uno de los personajes sin renunciar a su cruce en forma de una intriga creciente. Porque deja que empatices con ellos, sin negarles su perdición.

Sánchez-Cabezudo muestra ser casi tan gran director como guionista. Su violencia seca es casi tan agresiva como el ambiente malsano en que se desarrollan hasta las escenas más serenas. La atmósfera de thriller está tan metida en los personajes y en el escenario que podrían todos abandonar el paisaje que seguiría tan dentro de ellos como de la aldea. Lo hace sin buscar la tópica lluvia ni una fotografía árida. Lo hace a partir de la dramaturgia y de un montaje claro. Lo hace con unos actores ajustados, más dispuestos a servir que a servirse. Los casos más claros son los de Manuel Morón, Petra Martínez o Carmelo Gómez. El caso más espeluznante es el de un Vicente Romero, tocado al mismo tiempo por Dios y por Lucifer. Es tan efectivo liderando un reparto como camuflándose en rol terciario. Siempre cumple en su cometido, siempre brilla, en la risa o en la lágrima, en la duda o en la certeza, en la salud o en la enfermedad.

Roza tan claramente la obra maestra Sánchez-Cabezudo que por eso fastidia todavía más sus ligeros errores tan arreglables en montaje. Porqué ha dejado doblar a dos de los actores sólo lo sabe él. Se llevará su error a la tumba. Una tumba que habrá parido un thriller rural excepcional, pero no la obra maestra que había sobre el texto.

lunes, agosto 21, 2006

Para alquilar una peli

Hartos de playa y de quemaduras, de copas y de resacas, supongo que en estos últimos días de vacaciones, os planteáis como una opción de matar el tiempo agenciaros una película y amortiguar vuestro sofá. No me meto en si lo hacéis vía video-club, vía inversión legal en activos, gasto ilegal o navegación por la Red. Pero os doy pistas sobre qué coger. Por si os sirven. Por si os fiáis de un tarado. He aquí la crítica de muchas de las películas estrenadas en el último año (ordenadas por género), las novedades de los video-clubs y las imprescindibles (en negrita):
COMEDIAS:
ALGO EN COMÚN: 6. Intento de “Beautiful girls” desequilibrado.
AMOR EN JUEGO. 6,5. Difícil no identificarse con las pasiones de esta comedia romántica.
AMERICAN SPLENDOR: 7. Curiosa y graciosa mezcla de formatos.
BIENVENIDO A CASA: 8. Divertido y emotivo retrato muy cercano a nuestras vidas.
COMO UNA IMAGEN: 8. Tierna, sencilla y divertida. Nada francesa.
CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE: 6. Graciosa y original.
DENTRO DE GARGANTA PROFUNDA: 7,5. Divertida y emotiva.
ENTRE COPAS: 9. Graciosísimos y entrañables antihéroes.
FERNANDO Y CAROLINA: 5,5. La incorrección hace gracias alargadas.
FLORES ROTAS: 7. Desternillante patetismo vital.
LOS DOS LADOS DE LA CAMA: 6,5. Secuela más exagerada.
HABANA BLUES: 8. Humanista crónica musical que llega al alma.
MANUALE D'AMORE: 6. Desternillante, tópica, tradicional, irresistible.
MILLONES: 6. Realismo y onirismo se alinean con la obviedad.
NINETTE: 2. El mal montaje y desequilibrio estructural genera sueño.
NO SOS VOS, SOY YO: 7,5. Comedia clásica, de carcajada continua.
LA NOVIA CADÁVER: 6. Cuento animado. Gracioso, original y brillante.
LOS PADRES DE ÉL: 5. Decente y decreciente secuela que proporciona algunas risas.
EL PENALTY MÁS LARGO DEL MUNDO: 5. Algunas risas cotidianas.
REINAS: 2. Larga comedia en la que no te ríes. Horrible dirección.
QUERIDO FRANKIE: 4,5. Sucumbe a sus buenas intenciones.
TAPAS: 6. Mezcla bien risas y lágrimas, pero no se atreve con lo chusco.
TORRENTE 3: 5,5. Bajan las risas por empacho de freaks.
VIRGEN A LOS 40: 6. Desternillantes ratos para un conjunto coherente pero alargado. VOLANDO VOY: 7. Obra menor, pero entretenida, humana y muy divertida.
INTRIGA:
ARCADIA: 7,5. Vibrante, divertida y negra.
ASUNTOS PENDIENTES: 7,5. Thriller francés a la americana.
EL AURA: 8. Thriller de precisión milimétrica.
CACHÉ: 7.5. Intriga desasosegante, que te hace sentir culpable.
CAMINAR SOBRE LAS AGUAS: 7. Interesante acercamiento al conflicto judío-palestino.
CÓDIGO 46: 8,5. Thriller increíblemente romántico.
LA COSECHA DE HIELO: 6. Diálogos de excelente humor negro para intriga convencional.
LA DAMA DE HONOR: 7. Chabrol en estado puro. Morbosa e intrigante.
LA GUERRA DE LOS MUNDOS: 4,5. Brillantez visual,horror argumental.
LA INTÉRPRETE: 7,5. Thriller político al más puro estilo Pollack.
EL JARDINERO FIEL: 6,5. Gran drama, que acusa la obviedad de su mensaje.
MATCH POINT: 9. Apasionante intriga. Allen entrega su “Perdición”.
EL MÉTODO: 8,5. Aunque sin las risas del teatro, implacable cruce de intrigas.
MUNICH: 5. Larguísima, reiterativa y pretenciosa.
OLD BOY: 8. Intriga coreana de forma y contenido brutal.
PLAN OCULTO: 7. Divertido y trabajado thriller con final sorpresa.
PRIMER: 5,5. Gran atmósfera, pero no entendí nada. Enrevesada.
REENCARNACIÓN: 7,5. Intrigante, desasosegante y morbosa.
SAHARA: 2. Horror plagado de tópicos sólo salvado por la falta de pretensiones.
SAW: 5,5. Thriller tópico pero efectivo.
SEGUNDO ASALTO: 6,5. Thriller dramático muy digno y ajustado.
SIN CITY: 5,5. Mantiene el espíritu del cómic, pero no el del cine.
SYRIANA: 7,5. Intriga política muy efectiva aunque premetidamente intrincada.
LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
UNA HISTORIA DE VIOLENCIA: 7,5. Implacable y sorprendente.
V de VENDETTA: 7,5. Imponente rebelión visual.
11:14, DESTINO FATAL: 6. Corrosivo y sorprendente cruce de historias.
16 CALLES: 7. Apasionante acción con innecesario edulcorado final.
DRAMA:
LOS AIRES DIFÍCILES: 6,5. Ajustada pero excesivamente fiel a la novela.
EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
EL AVIADOR: 8. Estimulante viaje hacia la autodestrucción.
BATALLA EN EL CIELO: 5,5. Exasperante por lenta y subversiva.
BROKEBACK MOUNTAIN: 8. Relato de amores imposibles limpio y emotivo.
BUENOS DÍAS, NOCHE: 6. Intento de thriller realista. Drama onírico.
EL CIELO GIRA: 6,5. Preciosa y humanista desaparición de un pueblo.
CLOSER: 7,5. Teatro filmado que no se avergüenza de serlo.
CONTRA LA PARED: 7. Forma excesiva y brutal para contenido normal.
CRASH: 5,5. Interesante y aparentemente profunda, pero en el fondo, esquemática y banal.
LOS CHICOS DEL CORO: 3. Melosa, tópica y previsible.
DE LATIR, MI CORAZÓN SE HA PARADO: 6,5. Vibrante, no intrigante, estudio de personajes.
DESCUBRIENDO NUNCA JAMÁS: 8,5. La peli más emotiva del año.
HEROÍNA: 6,5. Una madre coraje creíble. Excelentes interpretaciones.
HERMANOS: 6. El Dogma pierde fuerza al ganar corrección estructural.
HIERRO 3: 8,5. Liberación y amor mudo. Graciosa y poética.
EL HUNDIMIENTO. 6,5. Levanta tantas expectativas que no las cumple.
KINSEY: 7,5. Logradísimo biopic, entrañable, emotivo. Muy humano.
LILA DICE: 5,5. Morbo no satisfecho. Dirección de primerizo.
MALAS TEMPORADAS: 7. Cruce de historias que explica la vida de hoy.
EL MERCADER DE VENECIA: 6. Adaptación perfecta de un texto pasado.
MILLION DOLLAR BABY: 9. Clasicismo del bueno. Muy emotiva.
OBABA: 6. Tan atmosférica como fría.
OMAGH: 7. Estructurada y equidistante visión del terrorismo.
PARA QUE NO TE OLVIDES. 7. Dramón contenido. Sobra revisionismo.
LA PEQUEÑA LOLA: 7. Modesta y reiterativa, pero muy creíble, humana.
PRINCESAS: 8. Lo peor de Fernando León es lo mejor del cine europeo.
PROOF (LA VERDAD OCULTA): 6,5. Más profunda que emotiva, más drama que intriga.
RAY: 5,5. La música no salva la hagiografía ni lo largo de su metraje.
SARABAND: 7. Bergman abusa de palabra y de su comprensión humana.
EL SECRETO DE VERA DRAKE: 7. La época no resta verdad a Leigh.
SEMEN, UNA HISTORIA DE AMOR: 3. Original desbarajuste.
SIETE VÍRGENES: 8. Sincera adolescencia, verdad y realidad.
SÓLO UN BESO: 5,5. “Romeo y Julieta”, con dramaturgia de manual.
LAS TORTUGAS TAMBIÉN VUELAN: 8. Dura y emotiva realidad kurda.
TRUMAN CAPOTE: 7,5. Biopic que obvia la empatía en la búsqueda de la verdad.
LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS: 7. Sobra profesionalidad.
EL VIENTO: 6. Mignogna pierde el vigor narrativo, no la sinceridad.
5x2: 7. Previsible, pero interesante y con momentos muy brillantes.
2046: 6. Poesía hipnótica, pero la reiteración produce aburrimiento final.

EL PRÓXIMO ORIENTE (Fernando Colomo) 6,5



Película tras película, Colomo demuestra sobre todo una cosa: que es un gran tipo.

Si por gran tipo definimos a alguien más preocupado por los demás que por sí mismo, Colomo lo es. Y lo es porque su discurso autoral ha pasado de la narración de los pensamientos, sentimientos y hechos propios (Tigres de papel) a la intromisión, entendimiento e integración en el mundo en el que vive. Es posible que en dicha transición de la primera a la tercera persona, su mensaje haya perdido frescura y sinceridad, pero desde luego, no ha perdido coherencia, oficio y benevolencia. Es el mismo Colomo el que se reía de sí mismo y de sus colegas en sus comienzos y el que ahora narra las vicisitudes de un escritor británico en un mundo ajeno o de un torpe carnicero en otro mundo ajeno. Es un Colomo que se descojona de todo al tiempo que lo ama todo. Que busca los defectos como fuente de virtudes. Que utiliza el humor como sátira y como modo de acercamiento. Que no se conforma con comprender al otro, sino que se une a él. Es el Colomo que es un gran tipo.

Un gran tipo que narra como los ángeles. Que estructura de maravilla y genera ritmo en la mezcla de conflictos. Es el Colomo que crea personajes amables y enternecedores a partir de torpes supervivientes convertidos en jetas. Es el Colomo que aprovecha cualquier reacción o cotidianeidad para convertirla en risa. Sólo deja de ser Colomo por causa ajena. Y es que en su afán de encontrar la emoción, encuentra verismo y argumento, potencia y drama, acción y reacción. Pero en su afán de encontrar las risas, encuentra guión y protagonista, pero le faltan secundarios comediantes, experiencia y vis cómica, alimento para la risa.

Así, el gran tipo encuentra lágrimas y sonrisas, pero no encuentra apenas risas y carcajadas. Ha ayudado a sanar las enfermedades para hacer un mundo mejor, pero más por la vía de la dinámica de grupo que de la risoterapia.

CATERINA VA A ROMA (Paolo Virzi): 5,5



Muchas veces, la rabia es buena para la vida. Casi nunca lo es para el cine.

La rabia nos nutre de emociones y de reacciones, nos suma empuje y vigor, nos resta coherencia y sutileza. Y ése es el resumen de Caterina va in cittá. Una obra vigorosa, potente dramáticamente, pero que la rabia de su discurso aniquila la equidistancia, sortea el autocontrol, obvia la sutileza en beneficio de la claridad. Y tanta claridad se muestra enemiga de la emoción, que no de la reacción.

La intención de Virzi es tan potente como original: hablar de la vida política de su país a partir de la vida de una familia corriente. Aprovechando un juego de metáforas más o menos simples pero efectivas, Virzi se mueve siempre entre el neorrealismo pretendidamente cómico y el simbolismo conceptual bastante esquemático. El problema es que, en su desarrollo, gana fuerza la vida y pierde la política. Y lo que más le importa al espectador es el verismo de las originales luchas entre amigas adolescentes. Es por eso que, cuando Virzi se dedica al tema, el espectador se queda estático en la butaca y hasta asoman ciertos movimientos en sus mandíbulas. Pero en cuanto saca la voluntad del discurso político, el culo comienza a moverse de la silla y los personajes se vuelven tan maniqueos como necesita el narrador político.

Vamos, que al sumar argumentos, Virzi resta potencia dramática, ralentiza el desarrolllo y encima, alarga el final. Errores de forma que lo son de fondo. Reacciones contrarias a las buscadas sólo por la culpa de la rabia, sólo por la culpa de la falta de autocontrol.

Las pelis de la cartelera

Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-LOS AIRES DIFÍCILES: 6,5. Ajustada pero excesivamente fiel a la novela.
-ALATRISTE: 9. Obra intemporal, que aúna épica y desencanto.
-EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BIENVENIDO A CASA: 8. Divertido y emotivo retrato muy cercano a nuestras vidas.
-BROKEBACK MOUNTAIN: 8. Relato de amores imposibles limpio y emotivo.
-CAMINO A GUANTÁNAMO: 8,5. Desasosegante e implacable dramatización de la realidad.
-CATTERINA VA A ROMA: 5,5. El exceso de rabia quita verdad y risas.
-LAS COLINAS TIENEN OJOS: 7,5. Tan terrorífica que es insoportable.
-CORRUPCIÓN EN MIAMI: 7. Acción con toda la potencia de Michael Mann.
-CRASH: 5,5. Interesante y aparentemente profunda, pero en el fondo, esquemática y banal.
-DESAYUNO EN PLUTÓN: 7,5. Divertido e irreverente cuento para todas las plateas.
-EN LA CAMA: 6. Tan interesante como decepcionante.
-GRIZZLY MAN: 9,5. Estremecedor y desternillante documental acerca de la insania como motor.
-LA NOCHE DE LOS GIRASOLES: 8. Thriller rural brutal, desasosegante.
-LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
-EL PRÓXIMO ORIENTE: 6,5. Divertida y alegre oda a la integración.
-REMAKE: 4,5. Buen planteamiento traicionado por la reiteración y un mal montaje.
-SALVADOR: 6. Muy entretenido pero alargado drama.
-SYRIANA: 7,5. Intriga política muy efectiva aunque premetidamente intrincada.
-TIEMPO DE VALIENTES: 7. Desternillante peli de colegas a la argentina.
-UNA HISTORIA DE BROOKLYN: 6,5. Sincera, coherente y verdadera.
-UNA PARTIDA DE CAMPO: 6. Obra de más méritos pictóricos que cinematográficos.
-V de VENDETTA: 7,5. Imponente rebelión visual.
-VERANO EN BERLÍN: 8. La ternura y el humor se cuelan en la cotidianeidad.
-VIVIR SU VIDA: 8. El Godard más revolucionario y emotivo.
-VOLVER: 7,5. Sorprendente y desternillante vuelta a los orígenes de Almodóvar.
-LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS: 7. Le sobra profesionalidad y le falta cotidianeidad.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.

sábado, agosto 12, 2006

EN LA CAMA (Matías Bize): 6



Hay películas que se definen más por lo que podrían ser que por lo que son. Son películas cuyas propuestas superan a sus soluciones, cuyas intenciones van más allá de sus aportaciones. Ésta es una de ellas.

Todo parte de un log-line tan simple como sublime (chico y chica se conocen bíblica y humanamente en una habitación en una noche). Además, es desarrollado con coherencia argumental y estilística (efectivamente, no salen ni de la habitación ni de la noche). Todo esto es logrado por Matías Bize, su guionista Julio Rojas y sus actores -que cual Ethan Hawke y Julie Delpy, me temo que aportan a sus personajes algo más que la carne y el verbo-. Pero también son ellos responsables de proponer más cosas de las que son capaces de tratar, de abordar nuevos temas que apenas tienen que ver con la historia que se quiere contar.

Y es que en su búsqueda de la verdad pero también del interés, Bize y Rojas optan a veces por giros argumentales que se salen de la propuesta de normalidad y metáfora. Optan a veces por introducir temas nuevos –cine, bulimia- que no vienen al caso. Optan a veces por recursos de enternecimiento que parecen más propios del trauma de un superhéroe que de la realidad de un ser cotidiano. Optan por una estética no definida que no siempre deja ver la historia y la intrahistoria. Optan finalmente por un desenlace en cuya mirada de miedo podemos ver las nuestras. Ese miedo a encontrarnos en el filme que sentíamos en los primeros planos de esta cama. Y ese miedo a descubrirnos que no alcanzan Bize y Rojas a encontrar y explotar durante todo el metraje, durante toda nuestra estancia en la cama.

sábado, julio 15, 2006

LOS NIÑOS DEL PARAÍSO (Marcel Carné, 1943):7


Anoche pude ver en el cine uno de esos clásicos intocables, una de esas películas que la crítica ama y los profesionales veneran. Una de esas películas que habitualmente los espectadores odian. No es el caso.
Concebida como un espectáculo para dos tardes, la obra de Carné se degusta ahora en un solo plato. Y ése es quizá su mayor defecto. Sé que es obra del exhibidor y no del genial francés, pero acaba por resultar crucial ya que es complicado mantener durante tres horas largas la atención y el culo quieto. En mi caso, no acabé por encontrar la postura en la silla, pero eso no es culpa del guionista Prévert, ni del director Carné.
El caso es que ambos construyen una epopeya intimista, en la que mezclan el cine de época, la pantomima francesa, el hampa del momento y la alegría de vivir. Todo eso lo entrelazan en una trama que funde (y no confunde) ficción y narración, mentira y verdad. Aunque logren dotarla de un hilo común que se va haciendo cada vez más grueso y menos embrollado, es cierto que la fuerza que alcanzan en la mezcla de tramas no es precisamente la de Altman, pero al fin y al cabo, se estaban adelantando tres décadas al de Kansas.
El resultado no es sólo una novedad en cuanto a argumento, ni en cuanto a sutileza y profundidad de los diálogos. El resultado es una película mucho más moderna en textura y potencia dramática que las que se hacen ahora, que goza de una dirección artística que aniquila la capacidad de sorpresa de cualquier decorador actual, de unos planos-secuencia que epatan hasta al técnico más técnico, y de unos planos expresionistas en la fusión de realidad y ficción que entrecortan la respiración de cualquier espectador.

LAS COLINAS TIENEN OJOS (Alexandre Aja): 7,5

Odio las películas de terror. Y no es por su trivialidad ni por su adolescencia. Es porque en lugar de generarme miedo, me provoca hilaridad. Cada vez que veo un hacha levantarse, comienzo a descojonarme. Y claro, no parece lo mejor ni para el clímax ni para el resto de la audiencia. Es por eso que hace tiempo que tomé la decisión de no volver a ver terror en los cines.

Y eso es lo justo lo que incumplí cuando fui a ver "Las colinas tienen ojos". No sé si es por la falta de hábito, por el brutal argumento o por la pericia del director, pero lo pasé fatal en la sala. Desde el primer minuto, la atmósfera desértica me encogió por dentro, los personajes me generaron una mezcla de empatía y asfixia, y los teóricos sustos devenían en golpes sangrientos contra mi paz. Comencé a no estar nada cómodo en la sala. Sentía las sensaciones que uno siempre busca en el cine de terror. Pero ahora que me habían llegado, no las quería. Quería salir de ahí, pero sin embargo, también quería seguir gozando de ese ambiente malsano, de esas torturas que se prevén y se ven, de ese remolino de horror en el que se ven envueltos y del que saben que no pueden salir. El talento de Aja y su guionista no dejan ni una situación por explotar. A cada una de ellas le sacan su máximo partido, su punto de vista en cada conflicto es tal que multiplica por un millón las sensaciones generadas, sufres con un animal hasta que llegas a tu umbral.

Y el mío llegó con el último punto de giro. No aguanté más, me tuve que salir. Sabía que había visto una gran película, pero no tenía ninguna gana de disfrutarla.

martes, julio 11, 2006

No sólo de cine vive el hombre


Si os aburrís de ver cine y, tras tanto tiempo sin fútbol, necesitáis un poco de balompié, he aquí la única página donde las lenguas están mejor afeitadas que RuPaul, donde las vidas ocultas de los futbolistas se escapan de los armarios, donde se contempla el deporte cómo lo que es: un bien colectivo. Todo esto podéis encontrarlo en:
http://futbolcolectivo.blogspot.com

domingo, julio 02, 2006

GRIZZLY MAN (Werner Herzog): 9,5


Resulta difícil explicar por qué un documental acerca de un tío que vive con osos puede ser el mejor film del año. Resulta difícil hacerlo, pero lo es. Y de largo.
Quizá no lo sea por la premisa y tampoco sólo por el material. Quizá lo es por todo. Lo es por la voluntad de Herzog de hablar de su vida a la vez que lo hace de la de este ecologista no sobrado de neuronas. Lo es por una estructura que bordea con meandros los ríos de la reiteración. Lo es por un humor que asoma de la propia vida y su colateral insania. Lo es por el caos que asoma de la infructuosa búsqueda de la armonía. Y lo es sobre todo por el personaje que aborda, siempre funambulista entre una locura inhumana y una realidad tan humana.
Todo esto es fusionado con un material tan verdadero que no ha nacido para ser mostrado. Un material que es diario íntimo y es, a la vez, exhibicionismo. Un material que propone relaciones épicas y desenlaces realistas, personas animales y animales humanos. Todo eso es mezclado en una coctelera en la que el azar juega la menor de las bazas. La mayor la juega un alemán en permanente estado de gracia. Un alemán en lucha constante por exorcizar sus obsesiones. Por mostrarlas en una pantalla de un modo que cambie el mundo en el que vive. Como Timothy Treadwell, como un príncipe valiente.

UNA PARTIDA DE CAMPO (Jean Renoir): 6

Quizá es que soy un ingenuo, pero no pienso cambiarlo. Sigo queriendo valorar el cine tal y como lo veo, y no tal y como fue concebido. Por eso trato de poner la misma vara de medir a un film clásico, rodado hace mil años, y a un cortometraje casero rodado anoche. Y sé que es injusto porque uno probablemente lanzó y creó un nuevo cine, y el otro no es sino el resultado de mil y un plagios a partir de esa inicial creación. Pero sigo queriéndolo ver así. Con ingenuidad e injusticia. Con objetividad y pasión.
Y cuando me planto ante la pantalla de Renoir, sí veo los cuadros de su padre y una puesta en escena de maesstro, pero también veo una historia ya contada y unos gags de principiante, unos personajes sin aristas y un desenlace precipitado. Unos logros incontestables que probablemente cambiaron el cine y unas premisas de guión que hoy se han superado mil y una veces.

UNA HISTORIA DE BROOKLYN (Noah Baumbach): 6,5


Hay películas muy trabajadas que no llegan a alcanzar la verdad. Sin embargo, es frecuente encontrar películas apenas pensadas que encuentran la sinceridad. "El calamar y la ballena" es una de éstas.
Partiendo de una premisa que, aunque no lo sepas, se nota vivida por el propio guionista y director, te mete en una historia sin apenas variaciones pero tampoco reiteraciones. Es dura y fea, pero también tierna y bella. Es fuerte e inhumana, pero también sincera y humana. Pero sobre todo es coherente. Es coherente con sus personajes y con sus vidas. Es coherente con sus actos y sus palabras. Es coherente en sus formas y en sus fondos.
Es tan coherente que a veces se echa un poco de menos más lucimiento en la fotografía o en las interpretaciones, en hallazgos de guión o en gags centelleantes. Se echan algo de menos, pero apenas tienes tiempo para darte cuenta porque es tal el ritmo al que narran esta historia de separaciones y soledades, de uniones y encuentros, que a veces importa más la amargura que queda que las propias situaciones. No es el producto del trabajo, es el producto de la verdad.

domingo, mayo 28, 2006

CAMINO A GUANTÁNAMO (Michael Winterbottom y Matt Whitecross): 8,5


Hay pocas cosas que pueda decir sobre Winterbottom distintas a las que ya he dicho. Creo que todos sabéis que es mi director favorito, el único que consigue hacerme llorar cada vez que se pone ante una pantalla, el solo ser de este planeta capaz de configurar un filme cada seis meses y estrenar una tras otra brillantes obras maestras que muestran el mundo de hoy a las futuras generaciones. Son pelis oportunistas que, sin embargo, pasarán el filtro del tiempo, perdurarán para los que todavía no han nacido.
Su secreto no es sólo el talento de su pulso narrativo, ni siquiera la cercanía de sus historias, ni su compromiso con el mundo en el que vive. Todo eso hay muchos más que lo tienen. Quizás su secreto es ser un tío normal. Alguien que huye de grandes historias y de grandes mensajes. Ya sea su voz en off, en entrevista, en diálogos fuera de cuadro, en canciones sexuadas o en diálogos que no parecen decir nada, su voz es siempre la de la cotidianeidad, la del que ni exhorta ni calla, la del que si susurra es al oído, si canta es público de concierto y si grita, es frustración solitaria.
De todo eso y de su habitual originalidad en la forma narrativa hay en "Camino a Guantánamo", una dramatización que podría haber sido de "Informe semanal" y que en sus manos, se convierte en un thriller sin pausa. En una narración que acelera el corazón, estremece las vísceras y humedece los lacrimales. No necesita prácticamente elementos para ello. No requiere discursos ventajistas ni imágenes grandilocuentes. Le basta con encuadrar la verdad. Él bien sabe que, aunque pueda estar en un plano nocturno desenfocada, sigue siendo verdad. Y la verdad y el cine también se pueden llevar bien. Lo ha vuelto a demostrar una vez más.

TIEMPO DE VALIENTES (Damián Szifón): 7


Cualquier crítica seria no es válida para describir el enorme goce que supone ver una peli como "Tiempo de valientes". No es, desde luego, un goce intelectual, sino puramente sensorial. Podría haberlo sido también intelectual, pero la comedia de Szifón prefiere ser víctima de su falta de ser víctima de una seriedad que sólo combina con la parodia.
No hay nada más importante para una comedia que partir de una buena premisa. Y ésta la tiene excelente. El choque entre el psicoanalista y el rudo policía es tal que logra que la trama multiplique la fuerza de los personajes y la intensidad de los conflictos. Y en ese choque se trasladan y alternan energía cómica y dureza, humor e intriga, comedia y thriller. Pero lo que decanta hacia un lado la película no es el tono, sino la inmensidad de sus intérpretes. O más concretamente, uno, el más grande comediante que ha visto últimamente este cronista: Diego Peretti. La suma de "No sos vos, sos yo" y "Tiempo de valientes" le configura una cantidad de registros cómicos, de sutiles cambios de voz, de dubitativos gestos, de paródicos movimientos que le convierten en una joya capaz de transformar un guión graciosillo en un filme desternillante. Como éste. Como los que le quedan por brindar.

Las pelis de la cartelera

Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-LOS AIRES DIFÍCILES: 6,5. Ajustada pero excesivamente fiel a la novela.
EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BIENVENIDO A CASA: 8. Divertido y emotivo retrato muy cercano a nuestras vidas.
-BROKEBACK MOUNTAIN: 8. Relato de amores imposibles limpio y emotivo.
-CAMINO A GUANTÁNAMO: 8,5. Desasosegante e implacable dramatización de la realidad.
-CATTERINA VA A ROMA: 5,5. El exceso de rabia quita verdad y risas.
-LAS COLINAS TIENEN OJOS: 7,5. Tan terrorífica que es insoportable.
-CRASH: 5,5. Interesante y aparentemente profunda, pero en el fondo, esquemática y banal.
-LOS DOS LADOS DE LA CAMA: 6,5. Secuela de situaciones mucho más arriesgadas.
-EN LA CAMA: 6. Tan interesante como decepcionante.
-GRIZZLY MAN: 9,5. Estremecedor y desternillante documental acerca de la insania como motor.
-LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
-MUNICH: 5. Larguísima, reiterativa y pretenciosa.
-PLAN OCULTO: 7. Divertido y trabajado thriller con final sorpresa.
-REMAKE: 4,5. Buen planteamiento traicionado por la reiteración y un mal montaje.
-SARABAND: 7. Bergman abusa de la palabra y de su comprensión del ser humano.
-SYRIANA: 7,5. Intriga política muy efectiva aunque premetidamente intrincada.
-TIEMPO DE VALIENTES: 7. Desternillante peli de colegas a la argentina.
-TRUMAN CAPOTE: 7,5. Biopic que obvia la empatía en la búsqueda de la verdad.
-UNA HISTORIA DE BROOKLYN: 6,5. Sincera, coherente y verdadera.
-UNA PARTIDA DE CAMPO: 6. Obra de más méritos pictóricos que cinematográficos.
-V de VENDETTA: 7,5. Imponente rebelión visual.
-VOLVER: 7,5. Sorprendente y desternillante vuelta a los orígenes de Almodóvar.
-LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS: 7. Le sobra profesionalidad y le falta cotidianeidad.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.

sábado, mayo 13, 2006

PLAN OCULTO (Spike Lee): 7

Sorprende de inicio ver una película de género firmada por Spike Lee. Pero cuando uno se pone a verla, se da cuenta de que eso no implica que sus grandes temas no queden incluidos en el thriller, sino que simplemente el icono del "racismo negro" se ha hecho mayor, ha madurado.
Como en su estupenda, y también ajena en la escritura, "La última noche", Lee confía en una historia y en una estructura a la que dota de fuerza y ligereza, de intriga y espíritu lúdico. Así, y aprovechando un guión ya de por sí juguetón, imprime al metraje un sillo de diversión y humor que se hace tan agradecible como los constantes y esperados giros de guión. Sin contar nada de lo que viene después, es capaz de hacer que quieras a los malos y a los buenos gracias a su humor negro y naturalidad. Así consigue que empatices al mismo tiempo con el protagonista y el antagonista, con el objetivo y el obstáculo. Y sigas su narración con interés y expectación ante golpes de efecto que nunca lo son tanto.
Sólo tiene un problema y no sólo es de credibilidad. Es de empaque del desenlace. Una vez hemos cambiado el asfixiante escenario por la luz natural, y el tiempo cerrado por la intemporalidad, el gas se escapa y la intriga baja. Todo el clímax no ha llegado a explotar. Todavía tiene Lee que aprender el género.

viernes, abril 14, 2006

AZUL OSCURO CASI NEGRO (Daniel Sánchez Arévalo): 8

Hay películas que te ganan antes de empezar. Suelen tener un afán realista, unas pretensiones escasas y una ilusión de primerizo. Es el caso de "Azuloscurocasinegro".
Su victoria de antemano no nace únicamente de su condición de secuela multiplicada de un estupendo cortometraje. Su victoria de antemano nace de su buceo por universos de normalidad, de su extraordinario acierto al convocar actores de rostro familiar y nombre ajeno, y de su intención de aplicar el humor a historias negras como el carbón.
Y es aquí donde se le puede ir la mano a Daniel Sánchez Arévalo. En la búsqueda de conflictos que sustenten sus casi dos horas de narración, puede que abuse del carboncillo y encuentre historias más grandilocuentes de lo que son sus intenciones. Así, el planteamiento que ya había ganado al espectador, hay veces que se ve derrotado en pos de una historia sobrecogedora pero a ratos excesiva. Menos mal que su cámara y sus actores logran una puesta en escena que nos parte de la risa y nos parte de emoción. Es en ellos donde se percibe el inmenso talento que se vislumbra en este neodirector, que algún día dará una obra maestra. Y probablemente, la dé con Antonio de la Torre, ¡vaya actor!

EL ARCO (Kim Ki Duk): 8

Probablemente Kim ki Duk es ahora mismo el cineasta más capaz de aprovechar las capacidades del cine como género narrativo. Es de los pocos directores capaz de articular una narración visual, metafórica y redonda en base a elementos mínimos.
A pesar de su poco vasta experiencia, es como si conociera o hubiera llegado a entender todos los recursos del oficio. En él se dan cita la narración detallada de una anécdota capaz de ilustrar la propia vida, el conflicto concreto y localista como parábola de un conflicto eterno y universal, los personajes heridos y recluidos en busca de una felicidad que supone la salida al exterior, la profusión de imágenes de especial belleza pero dentro de un conjunto donde no son sino normales, la palabra como recurso último y siempre a través de diálogo indirecto y la comunicación mediante el tacto como única vía de expresión real.
Todos esos elementos son convocados por el genial coreano, y con ellos y con nuestra extrañeza de espectador occidental de un universo plenamente oriental, película tras película logra sorprendernos con humor ingenuo y magia cautivadora. Es por ello que me cuesta desvincular este arco del palo de golf de "Hierro 3" o de las otras armas que exhibía en "Primavera, verano...". Todas ellas me arrancan la emoción, todas ellas me provocan reflexión, todas ellas se quedan a un paso de encontrar mi empatía occidental.

jueves, abril 13, 2006

BIENVENIDO A CASA (David Trueba): 8

Hay obras cuyo loable objetivo, personalidad y ambición no son sino sus lastres. Eso es justo lo que sucede con la última del mejor escritor español.
David Trueba ha pretendido hacer una película simple que refleje su mundo personal y el mundo en el que vive. Y para ello, se ha apropiado de una historia muy original que muestra un universo muy habitual, y no contento con esto, ha tratado de encontrar sencillez y ligereza en una estructura y hondura muy considerable. Sólo por ello David Trueba ya merecería todos los premios. Pero es que además, se ha encontrado nuevamente con la joya de su escritura. Con unos personajes igualmente hilarantes, representativos y profundos. Con unos diálogos lacerantes, perfecto reflejo de la calle. Y con unas situaciones en las que la comedia entra de forma tenue y reconfortante en el drama que esconden.
Así, Trueba y sus congéneres encuentran nuestra carcajada al mismo tiempo que nos acercan de forma irremisible a nuestras emociones. Y todas ellas las consiguen. Porque el objetivo se cumple a pesar de que por el camino queden algunas decisiones discutibles: la perfección de los diálogos se convierte en combate entre lo felizmente literario y lo discutiblemente real, el sublime personaje de Javivi se entiende maravillosamente pese a que le desee una sesión extra de logopedia, y Alejo Sauras se revela con la estupefacción que le pide el guión, pero incapaz de sostener la inmensa altura de López de Ayala, Gil, Sanz o Echanove. En definitiva, nos encontramos ante una película gloriosa y gozosa, tan personal como sus primeros guiones, pero en el que la maestría y la eterna perdurabilidad se rompen por mínimos y perdonables errores. En pantalla ha quedado un gran director y en las butacas, un millar de risas y lágrimas.

viernes, marzo 24, 2006

Críticas de la cartelera

Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-LOS AIRES DIFÍCILES: 6,5. Ajustada pero excesivamente fiel a la novela.
-EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BIENVENIDO A CASA: 8. Divertido y emotivo retrato muy cercano a nuestras vidas.
-BROKEBACK MOUNTAIN: 8. Relato de amores imposibles limpio y emotivo.
-CACHÉ: 7.5. Intriga desasosegante, que te hace sentir culpable.
-CAMINO A GUANTÁNAMO: 8,5. Desasosegante e implacable dramatización de la realidad.
-CRASH: 5,5. Interesante y aparentemente profunda, pero en el fondo, esquemática y banal.
-LOS DOS LADOS DE LA CAMA: 6,5. Secuela de situaciones mucho más arriesgadas.
-LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
-EL JARDINERO FIEL: 6,5. Gran drama, que acusa la obviedad de su mensaje.
-MANUALE D'AMORE: 6. Desternillante, tópica, tradicional, irresistible.
-MATCH POINT: 9. Apasionante intriga. Lejos de Dreamworks, Allen entrega su “Perdición”.
-MUNICH: 5. Larguísima, reiterativa y pretenciosa.
-PLAN OCULTO: 7. Divertido y trabajado thriller con final sorpresa.
-PRINCESAS: 8. Lo peor de Fernando León es lo mejor del cine europeo.
-REMAKE: 4,5. Buen planteamiento traicionado por la reiteración y un mal montaje.
-SARABAND: 7. Bergman abusa de la palabra y de su comprensión del ser humano.
-SYRIANA: 7,5. Intriga política muy efectiva aunque premetidamente intrincada.
-TIEMPO DE VALIENTES: 7. Desternillante peli de colegas a la argentina.
-TRUMAN CAPOTE: 7,5. Biopic que obvia la empatía en la búsqueda de la verdad.
-UNA HISTORIA DE VIOLENCIA: 7,5. Implacable y sorprendente. No parece Cronenberg, pero sí lo es.
-V de VENDETTA: 7,5. Imponente rebelión visual.
-VOLVER: 7,5. Sorprendente y desternillante vuelta a los orígenes de Almodóvar.
-LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS: 7. Le sobra profesionalidad y le falta cotidianeidad.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.

SYRIANA (Stephen Gaghan, 2005): 7,5

El mundo es una bola que gira sobre sí misma, repitiendo cada día la misma historia, cada año la misma historia. El mundo es un sitio donde cada cierto tiempo se repiten las mismas historias. Y en un mundo en el que todo va a toda velocidad, mientras los saltos generacionales respondan a los mismos períodos, los ciclos de los bucles serán de igual duración. Ahora, en moda o en arte se llevan los 30 años. En el cine, también.
El cine de los setenta cultivó un género que algunos (Pollack y Pakula) convirtieron en arte. Se trataba de visionar la realidad postVietnam y practicar la autofagia, devorar a su patria como forma de esparcir sus vergüenzas. Ahora, una vez empezada, y por desgracia no terminada, la guerra de Irak, ha aparecido un grupete que pretende repetir la misma historia. Gaghan, Soderbergh, Clooney forman una cohorte de apasionados sinvergonzones con escasos dejes de soberbia y muchos de diversión y afán de difusión. Vuelven a practicar el género político. Y si bien ninguno es Pollack, ni tienen una escuela de guión como la de entonces, han cambiado a Clooney por Redford, y siguen tratando de educarnos sin olvidar que el cine es entretenimiento y el arte, enemigo de lo obvio.
Construyen así un guión efectivo y relativamente simple, pero que complican de forma premeditada y quizá gratuita, proponiendo así un juego interactivo con el espectador que deviene en incremento de la tensión y realismo superior.
Nada brilla y nada falta en esta trama intrincada hasta que se descubre que es un hilo del que tiran todos los demás hasta ser un solo hilo. Es el hilo de la historia de la humanidad. Es el hilo que forma una gran esfera achatada por los polos.

domingo, marzo 19, 2006

VOLVER (Pedro Almodóvar): 7,5

Nunca sabré si lo que le gusta a Almodóvar es el drama o la comedia. Sí intuyo que practica más la lágrima como forma de conseguir ser asumido como un director serio, considerado. Y lo que sí sé es que lo que se le da mejor es el humor, la visión sarcástica y sorpresiva de la vida cotidiana.
Si miramos atrás en su obra, veremos que no sólo en sus desternillantes e irracionales comienzos, sino que también en sus últimas y melodramáticas películas, sus mejores momentos estaban siempre apegados al humor, a su humor, al almodovarismo, a esa marca de fábrica que ya todos esperamos en manos de Chus Lampreave o de Carmen Maura. Y claro, en "Volver" vuelven, Y cuando vuelven ellas y vuelve ese humor, el espectador no puede por menos que tener nostalgia inicial y diversión final. Te olvidas de que Almodóvar es un director serio y pasas a vivir sus historias con la alegría y la falta de consciencia del que ve una comedia estudiantil. Son esos momentos los que abundan en la irregular última peli del manchego. Y son esos momentos los que hacen que olvidemos esa irregularidad para disfrutar de una peli de carcajada continua y vueltas de tuerca ajenas (aparentemente) a cualquier tipo de autocontrol.
Son momentos que hacen que queramos a Almodóvar, que amemos a Carmen Maura, que queramos seguir riéndonos con ellos como lo hacemos ahora.

viernes, marzo 03, 2006

LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA (Tommy Lee Jones): 7,5

Circula una corriente crítica dirigida a criticar a Guillermo Arriaga. Le acusan de repetirse en su afán de contarnos las historias de modo no cronológico. Se nota que lo hacen porque nunca han escrito.
Si repararan en sus textos, "Amores perros" tiene una estructura en tres actos desentrañados por un accidente casual porque era la única forma de contarte las tres historias de forma potente, sin caer en la mezcolanza de las vidas cruzadas. "21 gramos" sería sólo un melodrama esforzado y convencional si Arriaga no dotara de una fuerza e intriga brutal a sus secuencias por medio del azar que ha juntado las historias. Y finalmente, "Los tres entierros de Melquíades Estrada" tiene la estructura que necesita para poder contarnos de forma visual andanzas y desandanzas que no siempre ocurren en el mismo espacio de tiempo.
Si Arriaga hubiera optado por ser cronológico, bien hubiéramos tenido que empezar en el neolítico (encuentro de Chaves y Lee Jones), bien hubiéramos contado su encuentro mediante diálogos morosos que rompieran el tono silencioso, bien hubiéramos tenido que introducir ocasionales flashbacks que rompieran el ritmo y la credibilidad. Por eso acierta en sus elecciones el genio de Arriaga. Pero no sólo lo hace él. Todas y cada una de las opciones que toma el mexicano en la escritura son secundadas por la cámara y el poso actoral y autoral de Lee Jones (y ya de paso, de Barry Pepper), y con ello compone una obra que sería maestra de no ser por la desaparición paulatina de sus apasionantes secundarios y de la necesidad que muestra de una música que excave y nos arranque lágrimas de las emociones. Que a este western le quite el apelativo crepuscular y le añada el de histórico. Aunque esté escrito en un extraño presente...

domingo, febrero 26, 2006

CAPOTE (Bennett Miller): 7,5

No es muy habitual ver un biopic sincero. El mundo del cine está lleno de biografías que no son sino hagiografías. No importa quién sea el retratado, en el afán por empatizar con el espectador, Hollywood o cualquiera de las cinematografías locales optan siempre por retratos complacientes. Así, criminales, tarados, drogadictos, auténticos hijos de puta acaban apareciendo en pantalla como bendecidos hijos del amor. "Capote", no. "Capote" no pertenece a esta estirpe.
Desde el mismo momento de su concepción, su guionista Dan Futterman comenzó a acertar. No buscó reflejar toda la vida del sublime escritor, sino simplemente un periodo, un conflicto: el que vive mientras escribe cómo quiere que alguien no viva. Lejos de apuntalar la barbaridad de talento que asoma en cada una de las gloriosas páginas que componen ese salto cuántico hacia la verdad que supone "A sangre fría", Miller se dedica a contarte el dolor de una persona que descubre en las ciénagas que tiene un hermano vivo, que lo convierte en su Abel hasta que él torna Caín y se empeña en matarlo. Puede que ese conflicto pudiera haber vivido formas más visuales de contarlo, pero el director prefiere ser fiel a la novela de la que parte y a la novela que retrata, y no ficciona los hechos, sólo los representa. Es por eso que se apoya quizá más de lo debido en diálogos y en personajes que poco aportan a la trama principal.
Esta ausencia de personajes notables y de vigor visual lleva a la inevitable conclusión de que todo dependía del actor protagonista. Y Philippe Seymour Hoffman da la lección que se esperaba. Sobre sus fornidos hombros lleva todo el peso del metraje. Sorteando con pudor el riesgo de la sobreactuación, compone un personaje siempre a punto de convertirse en marioneta, dejando de ser Caín para ser el maravilloso, narcisista y contradictorio personaje que fue. El ser más mentiroso que pobló la tierra creó una de las obras de no ficción más veraces y auténticas que se recuerdan.

sábado, febrero 25, 2006

CRASH (Paul Haggis): 5,5

"Crash" es la típica película hecha para impresionar a un público al que minusvalora. Es la típica película que pretende hacer creer a ese público incauto que está ante una obra realista y profunda. Y sus mayores defectos son precisamente su falta de realismo y de profundidad.
Al contrario que en su adaptación de "Million Dollar Baby", Paul Haggis recurre en "Crash" a una estructura muy aparente y a unos diálogos que, en su afán didáctico, excluyen cualquier cosa que suponga naturalidad. De este modo, todas las virtudes de la obra de Eastwood quedan en el tintero, y son reemplazadas por el exceso. Donde allí había contención, aquí hay sobreactuación; donde allí había clasicismo, aquí hay modernidad; donde allí había lógica narrativa, aquí hay desmesura; donde allí se entrelazaban el pesimismo y la fe, aquí aparece el optimismo impostado; donde allí había emoción, aquí hay incredibilidad. En definitiva, queda claro que detrás de la dramaturgia de su anterior obra, estaba un director metido a narrador, y que detrás de su intento frustrado de obra maestra, hay un soñador metido a guionista.
Y a eso se reducen sus virtudes y sus defectos. Su ambición de maestría es su trampa mortal. Porque cae en ella al enfatizar cada conflicto, al subrayar cada gesto. Y en ese soslayado, cava su pozo, termina hundiéndose. Lo ha hecho, no a costa del interés -que lo logra mantener-, pero sí de la credibilidad.

lunes, febrero 20, 2006

Los Óscar

Los Óscar ya están aquí. Entregados los Córdobas de oro, este domingo llega la otra gran fiesta del cine: los premios de la Academia de Hollywood. Como son muchas las nominadas y pocas las elegidas, me gustaría contar con vuestra opinión acerca de las candidatas que ya se han estrenado por estos lares. Os las recuerdo:
-Brokeback Mountain
-Buenas noches y buena suerte
-Crash
-El jardinero fiel
-Match Point
-Munich
-Los tres entierros de Melquíades Estrada
En Hollywood siguen este blog con enorme expectación, así que tenéis la oportunidad de decidir el futuro de estas películas. No la desaprovechéis.

sábado, febrero 18, 2006

CACHÉ (Michael Haneke): 7,5

Aunque haga cine de género, Haneke es el director que menos me atrevería a recomendar en mi afán quijotesco de proselitismo cinematográfico. Siendo el austriaco alguien que practica la intriga y utiliza estrellas, es curioso lo difícil que es acercarle sus productos al público de palomitas y educación pre y prointelectual.
Y pese al pesimismo de sus historias y a la elección de sus no muy empáticos personajes, creo que el problema no está en sus guiones. Está en su implacable y desasosegante realización. Es tan magistral la fuerza de las escenas a base de plano fijo hipersostenido y reencarnación humana de los actores, que comienza a generar incomodidad en el espectador acostumbrado a ver cómoda impostura. Y esta incomodidad se vuelve desasosiego cuando, en pleno deseo y autorrealización autoral, Haneke opta por tenerte en silencio un minuto de vida real a la espera de que alguien entre en plano. Ese minuto es igual de largo que un minuto de paisajes musicados en una cinta hollywoodiense, pero sin embargo se hace mucho más largo, mucho más desasosegante, porque acabas de perder referencias, sabes que a partir de ahí, ya no hay guía, en la pantalla puede suceder lo que sea. Y es entonces cuando el espectador no acostumbrado vuelve a desear ver cine falso, mentiras bien contadas.
Eso sí, para el espectador que sí ha entrado, ya no hay en la pantalla sino acojone, intriga de la buena, terror físico y mental, culpa ajena que ya es propia.

MUNICH (Steven Spielberg): 5

Una vez más, Spielberg vuelve a meterse en nuestros subconscientes mediante una plataforma publicitaria que le permite crear necesidad de consumo al mismo tiempo que lograr un cierto prestigio crítico traducido en nominaciones a los Óscar. Lo malo es que sólo consigue entrar en nuestros subconscientes de ese modo, porque en cuanto entras en la pantalla, el subconsciente comienza a verse alejado, y el supuesto Rey Midas sólo logra conectar con nuestras partes conscientes.
Ahí llega la enésima vez en que nos ha engañado, en que se ha quedado a años luz de las expectativas. Y lo que le pasa es siempre lo mismo. Spielberg tiene un problema muy simple que trata de saldar contratando a los mejores guionistas: no es un contador de historias. Y los mejores guionistas casi nunca consiguen escribirle las mejores historias si el judío les deja demasiado claro cómo tienen que ser las cosas y si el montaje -es decir, la reescritura- la lidera el negado Spielberg.
Durante la larguísima, pretenciosa e hiperreiterativa "Munich", no sólo me planteo esto, llego a plantearme si es de verdad un buen director. Los flashback que introduce nos muestra que sigue pensando que el público es estúpido. Tan estúpido que hay que darle los mensajes muy mascaditos para que no malinterprete, hay que ser tan obvio como se pueda. Los encuadres que elige buscan más el impacto que el seguimiento de la escena. La actuación de Eric Bana en los momentos dramáticos alcanza lo risible por sobreactuada. La naturalidad de las escenas queda fuera de la pantalla. Y claro, todo esto revierte en que no hay cine en la pantalla. Todo el cine se ha quedado fuera de la sala.
Así, cuando llega el desenlace, hace mucho rato que ha dejado de interesarnos aquéllo que nos cuenta, el mensaje consciente se ha traducido en cero emociones inconscientes. Spielberg ha generado euros e insatisfacciones.

viernes, febrero 10, 2006

BROKEBACK MOUNTAIN (Ang Lee): 8

Desconozco cuáles son las reglas por las que una película nacida para sestear por la taquilla se convierte en una segura ganadora de Óscar. Desconozco qué hay que hacer para, pariendo buen cine, llegar a gustar a ese público nada iconoclasta que forma la Academia. Lo que sí sé es que, gane o no, Brokeback Mountain es una película estupenda. Limpia, sólida y absorbente.
Supongo que el hecho que ha llevado a Brokeback Mountain a ser famosa, que no célebre, es el hecho de contar una historia homosexual en manos de dos personajes tan heterosexuales como dos cowboys. Así contada, la anécdota no deja de ser tan llamativa como cualquier comedieta americana resumida en un log-line. La diferencia, lo que lleva a Brokeback Mountain a ser célebre, que no famosa, es Ang Lee.
Y es que el taiwanés vuelve a dar una clase magistral de lo que es dirigir, de lo que es traducir en imágenes una historia con todos los peligros de convertirse en otra película más de amores prohibidos. Y lo hace mediante una ortografía tan sutil que parece más obra de guionista que de sabio director. Pero no nos equivoquemos. Bajo esa dramaturgia que logra sortear el peligro de una historia que sucede en veinte años, no se encuentra la mano de un ávido escritor, sino de un contador de historias que sabe tomar lo sustancial de cada momento y unirlo por un hilo invisible hasta que los años transcurridos entre una secuencia y otra no parezcan sino noches, hasta dotar al relato de una continuidad que no estaba en el original.
Es ése el gran mérito de una obra escrita para ser leída, concebida para ser culebrón. Es el mérito de un gran director que, mientras busca su nueva "Tormenta de hielo", encuentra obras notables sobre las que seguir dando rentabilidad a los estudios, permisos para seguir buscando. Es la obra de alguien que integra actores primarios, secundarios y terciarios en un registro común casi al modo de Haneke. Es la obra de alguien que seduce mediante la música, pero que no necesita encontrar la emoción en sus acordes, sino que la deja para el silencio de la naturaleza. Es la obra de alguien que monta como el mismísimo Dios, dándole ritmo a algo nacido para ser reiterativo. Es la obra de uno de los grandes, que sabe que para serlo, hay que dirigir haciéndose pequeño, haciéndose invisible.

domingo, enero 22, 2006

VOLANDO VOY (Miguel Albaladejo: 7)

Año a año, obra a obra, se confirma que Miguel Albaladejo es uno de los mejores directores de España.
Si en sus colaboraciones con Elvira Lindo, nos ha entregado personajes irresistibles y carcajadas encadenadas, con la independencia, ha perdido (algo) en risas para ganar (algo) en emociones. En lo que no ha cambiado es en el oficio, en su visión siempre tierna, coherente y caleidoscópica de los personajes, en su entendimiento de sus razones para mostrarlos tal y como son. Tan cercanos como reales, tan queribles como odiables.
Así, aun cuando toma un texto y una biografía tan plausible de hagiografía como el de la vida de "El Pera", Albaladejo es capaz de mostrar al delincuente que fue y al niño que no fue. Y para eso, nos deja ver una familia que huele a verdad, con un padre al que le duelen las hostias que le damás que al hijo, con una madre que justifica lo injustificable si viene de su niño, con unas hermanas que le admiran con egoísmo material, con un hijo que trata de llamar la atención a doscientos por hora y sin cinturón.
Gracias a esa verdad, transmitida con humor y emoción, y obviando el aprendizaje y el aburrido crecimiento posterior, disfrutamos de su vida con el interés de las grandes historias. Porque es una historia pequeña, Albaladejo consigue que sea grande. Consigue volver a hacernos llorar. Consigue que volvamos a esperar su próxima cita anual.

EL JARDINERO FIEL (Fernando Meirelles): 6,5

No puedo evitarlo. Siempre me ocurre lo mismo. Las pequeñas historias me producen grandes emociones, y las grandes, pequeñas. Así que ya aviso. Si todo lo digo es siempre subjetivo, en el caso de esta intachable película, todavía lo será más.
Y es que en la barbaridad de lo que cuenta "El jardinero fiel" encuentro en la razón más argumentos que en las sensaciones. Si me pongo analizarla fríamente, le encuentro virtudes, coherencia y maestría actoral, pero si me pongo a vivirla, tengo que volver a recurrir al análisis para engrandecerla.
Y no es que sea aburrimiento lo que me provoca esta segunda obra de Meirelles. Todo lo contrario, su metraje circula con precisión y avance lógico, y se sigue con más interés que vibración. El problema radica en el tema elegido. La denuncia de la industria farmacéutica y su impacto en cientos de millones de personas es de tal obviedad y tan grandes dimensiones que resulta excesiva para mi mundo minúsculo, que difícilmente puede condensarse en un par de gráficas imágenes. Y es ahí, en la ausencia de un elemento pequeño de identificación donde la película se convierte más en un thriller político de altas esferas que en un drama intimista y sentimental. Eso queda marcado adicionalmente por una fotograría que se acerca a lo turístico, disfrutando más de los planos generales que de los primeros planos. Y eso va en contra de la película. Porque si algo brilla, aparte de una excelente puesta en escena, es la vulnerabilidad y fuerza que dan Fiennes y Weisz a sus papeles. De ellos nacen los mejores momentos, los instantes íntimos, los que cuentan pequeñas cosas, los que dejan huella en la memoria y rozan las emociones.

viernes, enero 20, 2006

LOS CÓRDOBAS DE ORO

Los Córdobas de Oro siguen vivitos y coleando. Os paso el estado de vuestras votaciones, para que conozcáis cómo va y podáis seguir siendo los dueños del destino de estos productos.

MEJOR PELÍCULA EXTRANJERA

Million Dollar Baby (Clint Eastwood): 20%
Hierro 3 (Kim ki Duk)
Match Point (Woody Allen): 20%
Entre copas (Alexander Payne): 60%
Código 9 (Michael Winterbottom)

MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA

No sos vos, soy yo (Juan Taratuto)
Para que no me olvides (Patricia Ferreira)
Habana Blues (Benito Zambrano)
El aura (Fabián Bielinski)
Princesas (Fernando León de Aranoa)
100%

MEJOR DIRECTOR

Kim ki Duk (Hierro 3)
Woody Allen (Match Point) 100%
Fabián Bielinski (El aura)
David Cronenberg (Una historia de violencia)
Carlos Reygadas (Batalla en el cielo)

MEJOR ACTOR

Diego Peretti (No sos vos, soy yo)
Bruno Ganz (El hundimiento)
José García (Arcadia)
Guillermo Toledo (Seres queridos)
Thomas Haden Church (Entre copas)

MEJOR ACTRIZ

Hillary Swank (Million Dollar Baby)
María Ballesteros (Princesas)
Sharon Stone (Flores rotas)

Virginia Madsen (Entre copas) 100%
Marta Etura (Para que no me olvides)

MEJOR GUIÓN

Woody Allen (Match Point): 100%
Alexander Payne y Jim Taylor (Entre copas)
David Magee (Descubriendo nunca jamás)
Agnes Jaoui y Jean-Pierre Bacri (Como una imagen)
Frank Boyce Cottrell (Código 9)

MEJOR SECUENCIA

Los dos lados de la cama: Lucía Jiménez y Verónica Sánchez se cuelan en la clase de baile
Entre copas: Paul Giamatti y Virginia Madsen conversan sobre sus gustos en vino. 100%
Match Point: Jonathan Ryis Meyers intenta cargarse a una anciana.
Descubriendo nunca jamás: Los niños montan un espectáculo teatral para Kate Winslet.
Torrente 3: Santiago Segura quiere salvar a la tripulación de un avión.

MEJOR PERSONAJE

El abogado representado por Clive Owen (Closer): 50%
Peio, el pintor que se queda ciego (El cielo que nos gira)
La niña pija que se prostituye por rebelión (Batalla en el cielo): 50%
El antiterrorista Tim Robbins (La guerra de los mundos)
El escritor ególatra de Jean-Pierre Bacri (Como una imagen)

Smoking Room (Roger Gual y Julio Wallowits, 2003): 8

Relacionado con el último artículo de El cine y la Empresa, adjunto aquí la crítica de una peli que trata de combatir ese prejuicio de la industria cinematográfica contra la industria económica.
“Smoking Room” es un durísimo alegato contra la miseria humana y su muy especial desarrollo en la vida laboral. Se trata de una sucesión de diálogos apasionantemente reales, que muestran la espeluznante capacidad de los guionistas-directores para reproducir el lenguaje callejero, la soledad que acecha e inunda a los protagonistas, la crueldad de la insolidaridad para con los compañeros/¿amigos?, el pánico a lo desconocido y a lo que se cree conocido, las eternas contradicciones en las que sucumbimos. Contrariamente al 99% del resto del cine, “Smoking_Room” no refleja casi nunca de forma naïf y maniqueísta el entorno laboral. Vamos, que se nota que los directores alguna vez han trabajado… Sólo en alguna ocasión -la historia del desfalco de Juan Diego- cae en las obviedades de las luchas desiguales patrón-empleado, que han inundado el cine pasado de forma tan fehaciente como errónea. Porque las cosas no suelen ser así, las cosas grandes son suma de pequeñas cosas, de mínimos miedos que se transforman en inseguridades, de inseguridades que se transforman en obediencias, y de obediencias que se transforman en sumisión, y por tanto, en pérdida de libertad, en pérdida voluntaria de los derechos más elementales.
Pero Gual y Wallowits no son los únicos dueños de este éxito de transmisión de realidad. Si bien es cierto que ellos aportan oído y sensación de asfixia mediante un lenguaje visual y sonoro directo y bestial, su elenco de actores colabora de forma definitiva en el recrudecimiento del mensaje, en la implementación de esa realidad literaria. Todos ellos están sublimes, pero una vez más, las recreaciones de Antonio Dechent y Eduard Fernández alcanzan el cielo, la gloria local.
Lástima que toda la brillantez, todo el desasosiego y la grisura mostrada desaparezca con un final tan incoherente como sorprendente. Puede ser irónico, o simplemente reflejo de que el ser humano, aun con todo, también tiene momentos de luz y alegría, pero no viene a cuento mostrarlo así. Si quieres ser lo primero, vale con la canción sobre los títulos de crédito (sin partido de fútbol). Si quieres conseguir lo segundo, hazlo durante todo el metraje: haz como en la vida y mezcla risas con miserias, pero no engañes al espectador, y termines diciéndole que “Hoy puede ser un gran día”. Porque entonces, no le engaña sólo la empresa, ni se engaña sólo él, también le engaña el cine. Le engaña el cine una vez más.

martes, enero 17, 2006

El cine y la empresa

Ya queda poco para que termine el efecto de “El método Grönholm” en sus vertientes teatral y cinematográfica. Todos los departamentos de Recursos Humanos lo están celebrando.
Durante estos meses, los amigos y enemigos no han dejado de preguntar si es real lo que representa la ficción, y por mucho que uno se esforzara, todas las explicaciones parecían excusas. Como aunque me apeteciera, si me pusiera a escribir aquí otra crítica más de su calidad artística, la mirarías con el mismo interés que a un folleto del cerrajero inserto en su buzón, me centraré más en sus mensajes que en las indudables risas que provoca.
El arte tiene una única forma de representar a las empresas. Y es una en la que no hay grises claros u oscuros, sólo hay blancos y negros, gente que exprime y gente que suda.Para los no iniciados, la obra de Jordi Galcerán plantea un proceso de selección de directivos, en el que se busca a aquel que sea peor persona, aquel al que no le tiemble el pulso a la hora de despedir a quien se ponga en el punto de mira, un hombre de paja en manos del accionista con el gatillo de Harry el Sucio y la inteligencia de Forrest Gump. Como aficionado a la ficción, admito que resulta interesante y cómica una competición en la que gana el peor. Pero como aficionado a las pelis basadas en hechos reales, hay que dejar claro que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Y lo peor es que el autor no está solo. El arte en general, y el español en particular, tiene una única forma de representar a las empresas. En la búsqueda fácil de empatía con el espectador asalariado, el teatro, la literatura y el cine nos han enseñado que el patrón es malo y el empleado es bueno. No hay grises claros u oscuros, sólo hay blancos y negros, gente que exprime y gente que suda.
Así, si el pobre empleado suele luchar contra la opresión ataviado con pantalones de pana, camisas de leñador y zapatos de mil usos, el empleador opta por trajes a medida, tirantes rojigualdas y pañuelo de seda demodé a juego con la corbata. Si el operario acude cada tarde al colegio a recoger a su niño y se sienta en su cama a leerle cuentos hasta que queda rendido, el único interés del directivo es contar el dinero y pegársela a su mujer con la secretaria. Si el subordinado se consola con su quinto sin ascensor, su destartalado Simca 1000 y sus libros de la calle Moyano, el jefe alardea de su chalet de diseño, su deportivo rojo y la aceitosa gomina con la que cubre hasta su bigotito. Si el concienciado sindicalista es de sonrisa grácil, mentalidad abierta y causas perdidas, el patrón capitalista tiene el gesto hosco, las ideas cerradas y el corazón de piedra. Si el bueno le da sal a la vecina, el malo la despide, la insulta y lo celebra con champán.
Y lo peor no es que este retrato sucediera en el cine de hace algunas décadas, de compromiso con la rebelión y banda sonora de Joan Baez. Lo peor es que el arte hoy presenta a la empresa del mismo modo que en los sesenta. Parece como si el arte siguiera lejos de la realidad laboral. Parece como si la endogamia de los artistas les alejara del mundo convencional, del mundo en el que no viven pero sí representan.
Sin embargo, todos los días leemos artículos acerca de la búsqueda de líderes innovadores, de directivos integradores, de gestores de ideas, de jefes que hacen crecer a sus subordinados, de personas que cuentan con personas. Hoy hablamos y practicamos la reputación corporativa, los valores y las competencias, los estilos de dirección, la prevención de riesgos laborales, la conciliación de la vida laboral y familiar, las jornadas flexibles, el desarrollo de las personas. Hoy tenemos claro que el único medio de seguir ganando dinero es generar sostenibilidad para el mundo, es generar mejores condiciones para el individuo, es unir al patrón y al empleado. Aunque en las pelis sigan poniendo tirantes y bigotito al patrón. Aunque en este lado de la pantalla sea la secretaria la que se la pega a su marido con el empleado.

domingo, enero 15, 2006

Asuntos pendientes (Olivier Marchal): 7,5

El thiller es un género gastado. El efecto que sobre él produjeron los seguidores de las excelentes "El silencio de los corderos", "Seven" y "Pulp Fiction" provocó una oleada de películas de usar y tirar, de películas hechas con plantilla. Protagonistas torturados, antagonistas psicópatas, atmósferas lluviosas, verbo grácil e irónico, un crimen cada quince minutos, un secuestro como punto de giro hacia el desenlace, y un enfrentamiento final siempre resuelto en pro del protagonista que, del mismo modo, liberaba sus traumas, encaminaba una nueva vida y nos echaba plomo en los párpados.
Este desgaste fue soslayado por una película a contracorriente del resto, y que hacía que pudiéramos distinguir más claramente la paja del heno: "Memento", cuyas continuaciones en la pluma y la claqueta de Christopher Nolan permiten que los desconfiados sigan viendo una luz al final del túnel del género. "Asuntos pendientes" nos acerca un poco más a esta luz.
Y es que al revés que en todos esos productos de productor, en "Asuntos pendientes" hay historia para contar muchas historias. Hay tantas historias que en algún momento parece acusar un inexistente origen de novela. Se ha hecho tanto esfuerzo en la escritura que hay tantas tramas y subtramas que se entremezclan para volverse a separar que podía haber dado lugar a un gran drama de vidas cruzadas, pero Marchal, Mancuso y Rappeneau optan por la concentración como medio de suma de interés, escogen la vía del enfrentamiento entre los personajes de Auteil y Dépardieu como vía de multiplicación de la intriga.
Así, el duelo entre estos dos polis de vaso corto y pistola larga se vuelve tan real como el fondo de aspiraciones laborales que aborda. Esas intrigas nada palaciegas están tan bien introducidas que acabamos viéndolo como una metáfora de cualquier trabajo, como un enfrentamiento entre el trepa de toda la vida y el que no quiere ascender, pero sí hacerlo bien. Y es ahí donde se descompensa, de su virtud de buscar personajes profundos nace el mayor de sus defectos: Depardieu no defiende un personaje, sino un esquematismo cercano al de los thrillers de los que huye. Eso quizá resta credibilidad, pero no evita que la intriga siga disparándose. Que los tiroteos parezcan de "Heat" y los conflictos de drama francés. Que nos comamos las uñas mientras comprendemos y queremos a Auteil y sus secuaces. Que disfrutemos de un thriller de los siempre y no de los de antes.

jueves, enero 12, 2006

Las mejores películas del Holocausto

Para culminar estas fechas de armonía y felicidad, propongo que pensemos todos juntos en un tema que a todos nos ilumina y nos llena de alegría: el Holocausto nazi. Ese acto en el que, según la leyenda urbana que circula entre gordos vestidos con bombers, pelo y cerebro rapado, se encontró una lata de Coca-Cola en Auschwitz.
Fuera de coñas, el cine se ha ocupado muchas veces de esta atrocidad, aprovechando para lanzarnos mensajes morales, llenar cajas fuertes y publicitar estrellas de David. Y tanto Hollywood como el cine europeo, lo ha hecho con mucha brillantez, proponiendo algunas obras reveladoras. Propón tú alguna o vota tú cuál te parece la mejor de entre las siguientes:
-El pianista (Roman Polanski, 2003)
-La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993)
-La gran escapada (John Sturges, 1962)
-Vencedores o vencidos (Stanley Kramer)
-La vida es bella (Roberto Benigni, 2000)
-El hundimiento (Oliver Hirchsbiegel, 2005)
-Ilusiones de un mentiroso (Peter Kassovtiz, 1999)
-Feliz Navidad (Christian Caron, 2005)
-La tregua (Francesco Rossi, 1997)
-Mother Night (Keith Gordon, 1996)
-Amén (Costa Gavras, 2004)
-Shoah (Claude Lanzmann, 2002)
-El tren de la vida (Radu Milhaeanu, 1999)
-Noche y Niebla (Alain Resnais, 1956)
-La decisión de Sofie (Alan J. Pakula, 1982)
-Hotel Terminus (Marcel Ophuls, 1969)
-The sorrow and the pity (Marcel Ophuls, 1971)