Un padre centrado en el trabajo, que bebe más de la cuenta. Una madre que abandona su carrera para centrarse en la familia, y deja de sentirse deseada. Una hija a la que el chico le gusta pasa de ella. Y un adolescente, con un amigo al que ya apenas le une nada.
Esos son los personajes de Los chicos están bien, un cúmulo de tópicos tras tópicos, que sólo se refugian bajo la excusa de que la familia es homo, en lugar de heterosexual. Esa es la única originalidad de una peli, cuyo guión opta por siempre por el camino más fácil en lugar de la autoexigencia, por la solución trillada en lugar de la búsqueda.
Y eso nace en los personajes: qué decir del cuarentón soltero guay inmaduro. Pero llega hasta la dirección, que explota el plano contra plano hasta hacer pensar que es la única posibilidad. Llega tan lejos esta comodidad que no sólo obvia el desmesurado talento de sus actrices sin un solo plano secuencia que redunde vida, familia, sino que no es capaz de una sola metáfora visual. Todo es plano y barato y fácil, pero el extremo llega en un último plano, visto en tantos telefilmes que uno siente la misma vergüenza ajena que debieran sentir Moore, Ruffalo y Benning de su directora.
Esos son los personajes de Los chicos están bien, un cúmulo de tópicos tras tópicos, que sólo se refugian bajo la excusa de que la familia es homo, en lugar de heterosexual. Esa es la única originalidad de una peli, cuyo guión opta por siempre por el camino más fácil en lugar de la autoexigencia, por la solución trillada en lugar de la búsqueda.
Y eso nace en los personajes: qué decir del cuarentón soltero guay inmaduro. Pero llega hasta la dirección, que explota el plano contra plano hasta hacer pensar que es la única posibilidad. Llega tan lejos esta comodidad que no sólo obvia el desmesurado talento de sus actrices sin un solo plano secuencia que redunde vida, familia, sino que no es capaz de una sola metáfora visual. Todo es plano y barato y fácil, pero el extremo llega en un último plano, visto en tantos telefilmes que uno siente la misma vergüenza ajena que debieran sentir Moore, Ruffalo y Benning de su directora.