sábado, febrero 27, 2010

SHUTTER ISLAND (Martin Scorsese): 5,5

A todos los directores que no escriben les pasa lo mismo. De vez en cuando la cagan.
No la cagan porque sean malos, la cagan porque cuando la necesidad de buenas historias se prolonga, baja el nivel de exigencia. Y con él, uno se acaba poniendo al frente de un proyecto de menor calado del que uno merece. De menor calado del que Scorsese merece.
La historia de Dennis Lehane no daba para mucho. Daba para hacer una reflexión sobre la locura y sus tratamientos. Tampoco parece la mejor carne para un plato de Scorsese. En ella ni siquiera ha metido su obsesión por los efectos de la religión sobre la pérdida de la razón. Si la pluma de Paul Schrader hubiera estado metida, otro gallo le hubiera cantado.
Si al asumir una historia tan ajena como la de Infiltrados, ya asumía su no autoría, el genio italoamericano busca todos sus retos en lo visual. Y ahí deriva en un mal artesano y buen cinematógrafo. Ahí acaba siendo un regular narrador y un excelente fotógrafo. Ahí aparecen todas las alucinaciones y sueños del protagonista, que resultan tan desgarradoras y potentes como inútiles. Ahí aparecen todos sus  giros, que convierten el metraje en entretenimiento pero nunca en reflexión. Ahí aparecen sus paisajes y faros del mejor Hitchcock, unido a sustillos de serie B. 
Ahí aparece una salida digna para cualquiera e indigna para Martin Scorsese. No es una cagada como las de otros que no escriben, pero sigue siendo una cagada para él.

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