Hace tiempo que sabíamos que Haneke es el mejor director de actores del mundo. Hace tiempo que sabíamos que es quien mejor maneja el sonido. Hace tiempo que sabíamos que nadie como él para mostrar lo peor del ser humano. Lo que no sabíamos es que podía ser accesible. Que podía contar la historia. Que podía ser otro sin dejar de ser él mismo.
La cinta blanca guarda toda su esencia y la pone al servicio de una historia perfectamente comercial. No es comercial en el sentido hollywoodiense. Lo es en el sentido de que uno puede llegar a entretenerse.
Pero su propósito dista mucho de ser ese. Su propósito es seguir siendo él mismo. Por ello vuelve a Funny Games o a El video de Benny para hablarnos del mal radical que hay en el ser humano desde casi su nacimiento. Por ello anula cualquier posibilidad de empatía en la creación de personajes. Por ello, consigue que los actores parezcan haber nacido para ese preciso momento. Por ello anula cualquier posibilidad de emoción que cambie el pensamiento racional. Por ello mantiene la fuerza sobre sonidos fuera de plano. Por ello conserva su carácter de metacine. Por ello afila las garras de su discurso filosófico sobre la pregunta interactiva, y nunca sobre la respuesta.
Sin embargo, también obtiene logros nuevos. El ritmo es notable, carente casi de tiempos muertos. La tan fría como sublime fotografía es la mejor que nunca ha tenido su cine, y la mejor del reciente cine europeo. La mezcla de historias genera una nueva realidad que deviene estudio. Y finalmente, el calado histórico le confiere la fuerza de una reflexión que anticipa un nuevo tiempo.
Es la llegada del nazismo la que se asienta sobre los ojos de una sociedad buena que no quiere ver cuánto de mal hay en ella. Es el mal que viene y no somos capaces de frenar.
Lo siento pero no estoy en absoluto de acuerdo.
ResponderEliminarUna sociedad buena??? son casi todos muy, muy malos. Yo creo que la gente (y sobre todo los niños) es muchísimo más buena que eso.
Y el final, por llamarlo de alguna manera, me parece directamente una tomadura de pelo.
Le pondría como mucho un cinco por la fotografía y la tensión que consigue durante dos horas y media.
En cualquier caso, mil gracias por ilustrarnos y aconsejarnos.
Siento que no estemos de acuerdo. No son todos malos. El reverendo no es malo, es bueno. Pero no hace lo suficiente para parar el mal. La institutriz no es mala, es buena. Pero tampoco lo frena.
ResponderEliminarY el final no es una tomadura de pelo. El final no hace falta que nos lo diga, el final es lo que sabemos que vino después.
La diferencia entre Haneke y Hollywood es que el primero deja que nosotros pongamos la reflexión y el final. Hollywood te dice todo lo que tienes que pensar, para que tú no pienses nada
La sociedad no es buena ni es mala, es sin más. El problema comienza cuando las personas que componen esa sociedad establecen reglas antinaturales. Cuando un niño es atado de manos en la cama, cuando un padre no besa a sus hijos, cuando el sexo es frío y duro.
ResponderEliminarEs en ese momento, cuando la sociedad se convierte en un paisaje frío y hóstil en el que vivir, y en el que cada uno muestra su peor cara. Los niños son personas, buenas o malas, como en todos los lugares del mundo, pero aquí muestran su peor cara porque los cohiben, les prohiben, los someten y se olvidan de que son niños.
Por eso no extraña que aquella sociedad acogiese el nazismo como propio.
Sin embargo, no os olvideis del niño del pájaro, ni del maestro. Ellos no están aún oprimidos por esa sociedad, y ellos son la muestra de que la naturaleza humana también es capaz de lo mejor.
Angela
Debo ser muy torpe, y a mi tampoco me gustan las superproducciones de Hollywood con finales tan obvios que los adivinas media hora antes, pero ¿qué pasa con el médico, sus hijos y el hijo de la enfermera?
ResponderEliminarCreo que yo sí necesito que me digan el final, o al menos que lo cierren un poquito más. No creo que por eso hubiéramos dejado de pensar...