“Sideways” es en el original “Carreteras secundarias”. Y son éstas las que recorren, las que reivindican Payne y Taylor. Y es el hecho de recorrer caminos sin grandes vaivenes ni luces ni megaáreas de servicio, lo que hace que, al principio, “Sideways” puede parecer una obra común, simplemente ajena a los artificios de Hollywood.
Pero no. Como en los buenos viajes, no importa el destino, no importa ni siquiera el recorrido, lo que importa es el que el cambio de panorama es un cambio de foco en la vida de los protagonistas.
Y ahí encuentra Payne su vía. Es en su foco deformante pero humano donde hallas el alma de sus perdidos personajes. Es cierto que su luz no es tan abrasiva como la de “Election” o “A propósito de Schmidt”, pero no por ello deja de reírse del patetismo de sus personajes, no por ello elude que amemos a sus personajes sólo una vez hemos comprobado que son tan lamentables y contradictorios como lo somos nosotros.
Así, la paradoja se torna un modo de ser. Sus comportamientos siempre parecen a desmano, son siempre el camino equivocado hacia el destino buscado. Y por eso, como a los amigos, los queremos más por sus errores, por sus defectos. Por eso, los queremos y los seguimos, los comprendemos y los perdonamos, los identificamos y los acompañamos. Su viaje es nuestro viaje. Su vida es nuestra vida. Sus carreteras son las nuestras. Igual de secundarias, igual de necesarias, igual de merecedoras de ser recorridas.
Me parece una correcta película, pulcramente escrita, bien interpretada y correctamente dirigida, pero no creo que pase de la categoría de "cine agradable", aunque en un año de cosecha (nunca mejor dicho) más bien regular consigue destacar entre la mediocridad. Personalmente un 9 me parece un exceso (en coherencia "Election" sería un 12).
ResponderEliminarVeo que discrepamos en todo, salvo en una cosa, que "Election" es mucho mejor. De hecho, a "Election" le daría el 12 que tú pides.
ResponderEliminarPocas veces me he reído tanto y con tanta intensidad