sábado, marzo 13, 2010

UN PROFETA (Jacques Audiard): 7


Supongo que hay autores que conectan más y que conectan menos con uno. Jacques Audiard conecta con casi todo el mundo. No conecta conmigo.
No se trata de que no lo valore. Su cine siempre me interesa. Siempre me apetece ver qué pasa al final. Siempre me seducen un par de ideas. Siempre lo sigo con fuerza y sin pasión.
Como en el resto, su cine parte de un guión de hierro que se encarga de deconstruir para que no parezca tanto cine. Tiene pinta de que había una gran y potente maquinaria de cine negro que se encarga de anular quitando un par de engranajes. Con eso consigue que su drama se parezca a la vida real, que gane credibilidad y pierda vigor cinematográfico.
Esa decisión lleva a la siguiente y es que su cine lo pueblan personajes antipáticos. No hace el más mínimo esfuerzo por acercar a sus protagonistas. Puedes llegar a entender la situación en la que se encuentra Malik pero es tan deplorable, tan falto de valores cada uno de sus comportamientos que sentir empatía hacia él es la más utópica de las aventuras.
Y este hecho nos lleva a su último foco: la atmósfera. Al no sólo eludir los antihéroes, sino abarrotar de hijos de puta la trama, lo que consigue es que te sitúes en un ambiente que parece profundamente real, pero del que no quieres saber nada. Sólo quieres portarte bien para no ir a una cárcel poblado de islámicos.
Porque no deja poso de esperanza. Por mucho que lo intente con el final. El proceso de aprendizaje del protagonista puede ser el de un profeta, pero desde luego no es el del espectador.
Por eso sigo sin conectar con Audiard. Por eso me temo que seguiré sin conectar.

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