Después de nueve meses de desierto, por fin hemos llegado a un oasis. Y no es un espejismo. Tampoco es un charco. Todo lo contrario, tenemos un manantial profundo.
Si la semana pasada hablábamos del estreno de la única obra maestra de este año, en San Sebastián hemos podido ver la segunda. Se llama Mataharis y como la de Tarantino, tampoco ésta no proviene de una voz nueva. Proviene de una autora que parece que se va a instalar en el territorio de las obras maestras. Icíar Bollaín llegó a él para quedarse. Y se ha quedado.
Hola ¿estás sola? le enseñó a acercarse a gente cotidiana que buscaba la felicidad en las pequeñas cosas. Consiguió risas y simpatía. Flores de otro mundo mostraba ya un serio trabajo de guión y estructura. Logró verdad y potencia. Tras dos notables, con Te doy mis ojos consiguió su primer sobresaliente. En el estudio profundo de personajes y conflictos que se alimentan, encontró empatía e imágenes excepcionales. Mataharis prosigue su crecimiento. En ella, hay risas y simpatía, verdad y potencia, empatía e imágenes excepcionales. Pero además de eso, hay coherencia, hay mesura. Hay complementos que se complementan e historias que se dejan antes de comenzar.
Con su pluma y con su cámara, Bollaín ha encontrado un sitio por el que circulan todas las pequeñas historias en pequeños momentos que representan grandes vidas. Todas y cada una de sus situaciones podrían pasar por rutinas o podrían pasar por anécdotas, pero la hondura y al mismo tiempo intrascendencia de su mirada las hace símbolos de algo superior. Si nunca olvidaremos a dos amigas que roban bikinis, si nunca olvidaremos a la suegra que no acepta a la mujer de su hijo, si nunca olvidaremos a la madre de la maltratada compasiva con el maltratador, ya nunca más olvidaremos a detective y cliente esperando en un coche a que se cometa la infidelidad. Ya nunca olvidaremos el inicio de un concierto de Rosendo. Ya nunca olvidaremos los dibujos que una niña pinta y el mundo real imita.
Icíar Bollaín ha vuelto a construir la realidad. Ha vuelto con su cine a hacer del mundo un lugar mejor. Sabemos que lo seguirá haciendo. Sabemos que seguirá haciendo brotar agua cristalina de su manantial.
Es verdad que construye multitud de pequeñas historias en torno a las protagonistas, pero la verdad me dejó un poco frio. Es una peli sobre todo y sobre nada a la vez.
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