jueves, julio 23, 2009

CineForum: EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (Bernardo Bertolucci)


Hay pocas experiencias tan desagradables como ver El último tango en París. Hay pocas experiencias tan turbadoras.
Nada de lo que sucede gusta. Nada de lo que sucede te deja cómodo. Nada de lo que sucede te permite seguir impasible. Porque nada de lo que les sucede por dentro a los dos protagonistas nos permite seguir igual.
Lo que les sucede a ellos es el descubrimiento de su lado oscuro. De repente, un ser tan angelical como Jeanne descubre su lado artero, autodestructivo, su querencia por el abismo, su elección no racional de lo que le jode por dentro. De repente, tú, espectador, te ves odiando su decisión y comprendiéndola, dejándote llevar, sabiendo que eso forma parte de la naturaleza humana, de tu naturaleza.
Y te ves odiando a Marlon Brando. Y te ves odiando a Maria Schneider. Y te ves odiando a Bertolucci. Y te ves odiándote a ti mismo. Hasta que llega un momento en que la turbación es tan radical, tan sangrante que no sabes si quererlos u odiarlos, si levantarte de la butaca o seguir cayendo por el abismo. Porque igual que para Maria Schneider el abismo es adictivo, para ti como espectador la experiencia también es adictiva. La turbación se vuelve necesaria, ansías volver a ese apartamento y asistir a cómo se joden por dentro, cómo son felices haciendo algo que saben que no les va a llevar a la felicidad futura.
Y es desagradable saber que las cosas son así, es turbador, es adictivo. Pero eso es puro cine. Esa es la esencia del arte: cambiar vidas. Y me temo que El último tango en París ha cambiado muchas vidas. Cambió la vida de sus personajes, cambió la vida de sus actores, cambió la vida de muchos espectadores. Es posible que siga cambiándola hoy. 
Visionados como el de ayer no se olvidan. Puede que te cambien. No siempre para bien. Seguro que sí para hacerte más sabio, más autoconsciente.
OTRAS RECOMENDACIONES DEL AUTOR:
  1. Novecento
  2. Soñadores
  3. Belleza robada
  4. Asediada
  5. El último emperador

domingo, julio 12, 2009

BRÜNO (Larry Charles): 10


¿Cómo describir la euforia? ¿Cómo contar el placer supremo? ¿Cómo explicar mediante la razón algo que no es sino un gozo absoluto? ¿Cómo aplicar una lógica a las miles de risas vividas? No se puede.
Sólo se puede contar el hecho. Mi cine ha podido reírse unas 200 veces durante la peli. Mi cine ha podido carcajearse unas 100. Mi cine ha prorrumpido en aplausos espontáneos unas 10 veces. Mi cine ha ovacionado la peli al terminar como si se tratara del estreno en un festival de una obra maestra.
Y es que no era un festival, pero Brüno sí es una obra maestra. Una obra maestra absoluta, indiscutible, avasalladora. Un monumento a la risa que hace que uno no sea capaz de recordar las miles de situaciones y gags que le han hecho casi perder el sentido. 
Porque te hace perder el sentido. Con su descomunal provocación, con su sangrante incorrección política, con su bestial vergüenza ajena, con su coherencia argumental y estílistica, con su apuesta hasta el final por la gamberrada documental.
Brüno es la obra de un maestro. No sé si el maestro es el sensacional Larry Charles o si sólo es Sacha Baron Cohen. Lo que queda claro es que el segundo no es sólo un actor descomunal, no es sólo un gran guionista. Lo que queda claro es que detrás de AliMcG y Borat, está el mejor cómico del siglo XXI. Alguien que consigue elevar la comedia gamberra a la categoría de arte. Alguien que consigue que sea imposible dar explicaciones. Alguien que consigue generar el placer absoluto. Alguien que consigue que no pasen veinte segundos seguidos sin que estallen carcajadas.

jueves, julio 09, 2009

CineForum: SER O NO SER (Ernst Lubitsch)


El clasicismo es una opción que siempre gusta. Ayer vimos uno de los clásicos más clásicos. Y como se preveía, arrasó, encantó.
Ser o no ser es un referente universal de la comedia, un ejemplo de película de toda la vida que quedará para toda la vida. Y lo es por muchas razones.
La primera es su tema. Lubitsch es capaz de afrontar un tema tan sumamente grave con el humor de las cosas banales. La segunda es su condición de farsa. Lubitsch hace que el teatro se vuelva vida y la vida, teatro. La tercera es su precisión. Lubistch afila las escenas hasta encontrar la  máxima depuración.
Con ello logra de forma simultánea tres cosas. La primera es que te rías, la segunda es que te rías de lo que vives y la tercera, es que te ríes de lo que vives sin parar. Ese tema, esa farsa, esa precisión confieren unos diálogos llenos de profundidad y subtexto, que se suman uno detrás de otro hasta darle un ritmo imparable.
Es el ritmo de la comedia clásica, el ritmo de las buenas comedias. Esas comedias donde nada es lo que parece y todo se parece a nosotros mismos. Esas comedias que no son sino la forma inteligente y divertida de hablar de las cosas serias.
OTRAS RECOMENDACIONES DEL AUTOR:
  1. Ninotchka
  2. El bazar de las sorpresas

martes, julio 07, 2009

VACACIONES DE FERRAGOSTO (Gianni di Gregorio): 7,5


Hace menos de un año, Matteo Garrone y Gianni di Gregorio estrenaron Gomorra. Se trataba de una peli grande, repleta de escenarios, de personajes, de potenciales metáforas de la situación de un país. Se trató de una peli de 150 minutos. Se trató de una peli fallida.
Ahora, los mismos Garrone y di Gregorio han estrenado Vacaciones de Ferragosto.  Se trata de una peli pequeña, con un solo escenario, muy pocos personajes, una sola metáfora acerca de Italia. Se trata de una peli de 75 minutos. Se trata de una peli casi redonda.
Sus virtudes están muy claras. Donde la otra era dispersa, ésta es concreta. Donde la otra era excesiva, ésta es creíble. Si la otra buscaba la poesía en grandes imágenes, ésta la encuentra en pequeñas personas. Porque ahí está la clave de la película: en su apuesta por dejar sitio a sus actrices, a sus no actrices. Las deja juguetear y conversar y picarse y emocionarse con la credibilidad que da la realidad. Una realidad libre de conflictos falsos. Una realidad real. 
Una realidad dentro de la que se incrusta ese apasionante tipo que cuida de su madre como si fuera de su esposa. Un tipo cuya relación con el mundo está desapareciendo y al que sólo el vino blanco le permite vivir una segunda vida, una vida que está en su cabeza y que ninguno sabemos, pero que todos intuimos. Una segunda vida que le lleva a comparar con la que vive y a frustrarse, pero a saber que debe aguantar. Una segunda vida que le permite ser más feliz en ésta. Una segunda vida que es la que viven las ancianas en esa casita de Roma donde sus vacaciones sí son de verdad vacaciones.