martes, noviembre 25, 2008

GOMORRA (Matteo Garrone): 7


Gomorra siempre ha estado indisociado de Sodoma. Como Italia de la Camorra. Por eso sorprende que se haya podido hacer una película de la Camorra que no hable de Italia.

La virtudes y defectos de la película de Garrone nacen de ahí, de su afán por contar una película que no sea sino un fiel reflejo de la vida de la Camorra. El problema es que ese fiel reflejo se queda en mera anécdota. Garrone no aprovecha el enorme potencial que da el cine para construir una reflexión sociológica sobre las consecuencias de todo eso. Y creo que ahí estaba la obra maestra que Gomorra no es.

Es tan conocida la obra de la Mafia napolitana que sólo con mostrarla no basta para obtener buen cine. El buen cine puede nacer de muchas formas. Puede nacer de los pequeños conflictos que se hacen grandes, puede nacer de personajes con mil y una aristas que se desmienten a sí mismas, puede nacer de las imágenes poderosas y seductoras, puede nacer de la creación de un nuevo universo y puede nacer de la reflexión ulterior acerca del mundo que estamos viendo. Puede nacer de muchas formas. Camorra no explota casi ninguna de ellas.

Quizá la única que aprovecha es la creación de un mundo nuevo. Casi nunca se había visto la Mafia con tan poco glamour, tan desposicionada del subconsciente colectivo. Ésa es la única obra de Garrone. Pero eso se cuenta en diez minutos. El resto de la película es la narración hiperrealista, pero no siempre interesante ni afilada, de las vidas de estos personajes a punto de irse a la deriva.

Apenas consigue Garrone dos imágenes sugestivas. Apenas consigue golpes de efecto ni metáforas poderosas. Todo parece real pero no siempre logra ser cine. A los personajes les faltan matices y les sobra previsibilidad. A las historias les falta reflexión y les sobran tópicos.

Lo que cuenta interesa porque la Camorra siempre interesa. Pero la oportunidad de haber hecho la película definitiva sobre la Camorra, sobre Italia, planea sobre una peli con más prestigio del que merece. Creo que el tiempo me dará la razón y en cinco años, nadie hablará de Gomorra. Nadie hablará de su Italia.

miércoles, noviembre 05, 2008

Cine Forum: WONDERLAND (Michael Winterbottom)


Hace unos años me metí en una sala oscura y, como le sucede a todo espectador, no salí cambiado, ni siquiera reforzado en mis planteamientos previos, sólo encontré cómo éstos podían tener un trasvase a la pantalla. Cómo un director podía aunar narración clásica y avances del cine publicitario, humanismo y globalización, continuidad y eclecticismo, diferencia e integración.
Se trataba de la película "Wonderland" y desde entonces no falto a mi cita semestral con Michael Winterbottom. Pocos creadores son capaces de tener una trayectoria tan coherente y tan diferente, de ser tan variados y tan similares, de abordar el riesgo sin perder el acierto. No importa el género, siempre le es fiel a sus códigos implícitos. Parte de ese respeto a las normas clásicas para introducir su amor por la humanidad, su querencia por personajes normales, su huida de las falsas torturas, su apuesta por el interés de la cotidianeidad. Es él quien mejor sabe crear magia de lo corriente, producir fascinación a partir de gente como tú y como yo.

Y lo hace sin necesidad de caer en recursos de fácil identificación. Su voz en off nunca busca provocar empatía, sólo mezclar en pantalla realidades diferentes. Sin embargo, sus personajes sí provocan empatía. Y lo hacen sin necesidad de acertar. Es más, Winterbottom siempre encuentra la belleza en el error, su gusto por la normalidad contrasta con su amor por la diferencia: el ser humano alcanza su perfección sólo cuando asoma su imperfección. De ahí nacen sus radiantes, efímeras, emotivas historias de amor. De ahí nacen sus vibrantes, controlados conflictos. De ahí nace el arte de un pintor con una amplia paleta de colores que siempre dibujan la misma figura: el alma humana. Y lo hace sin retórica de divino, sin pesimismos de postal, sin más búsqueda de autoría que la que da la propia voz.
OTRAS RECOMENDACIONES DEL AUTOR:
1. El perdón.
2. 9 canciones
3. Código 46
4. 24 hour party people
5. Camino a Guantánamo
6. A mighty heart
7. Tristam Shandy
8. In this world

domingo, noviembre 02, 2008

QUEMAR DESPUÉS DE LEER (Joel y Ethan Coen): 8,5


Sorprende la escasa acogida de la última de los Coen. Aunque un Oscar los diferencie, para mí es mejor que "No es país para viejos".
La diferencia no sólo tiene que ver con el humor. La diferencia tiene que ver con el desenlace. Lo que en su anterior obra era un intento forzado de profundidad que rompía el magnífico tono de acción anterior, aquí es un final circular, desternillante, conclusivo, potente. Refleja bien todo lo anterior.
Los 85 minutos de "Quemar después de leer" son la comedia que los Coen nunca habían logrado hacer. Siempre que se habían puesto premeditadamente graciosos no lo habían logrado. Así, hay mucho más verdaderas risas en sus tragedias. Me descojono más en "Sangre fácil", en "Fargo" o en "El hombre que nunca estuvo allí" que en "O'Brother", "Arizona Baby" o incluso "El gran Lebowski".
No es el caso de esta comedia. Su inicio me atrapa. Sus personajes logran lo que lograban los secuestradores de Fargo. Su estulticia es manifiesta, pero con la suficiente sabiduría, ambición y arrogancia para que te los creas y al mismo tiempo te rías.
Eso lo consigue gracias a un perfecto diseño de personajes y a un sublime casting. Frances McDormand nunca debería abandonar su cine. Nadie como ella para hacernos reír. Pero no le van a la zaga Clooney, Pitt, Malkovich y Jenkins. Con todos te descojonas, a todos les sigues. Pero lo mejor es que aunque no pares de reírte, la trama es digna de sus mejores thrillers.
Es tan potente que sólo su ironía le aleja de la lágrima para encontrar la risa. Por primera y casi única vez han logrado superar sus propios objetivos. Los Coen no buscaban gran cosa y por eso quizá lo han conseguido.

SÓLO QUIERO CAMINAR (Agustín Díaz Yanes): 8,5


Agustín Díaz Yanes es un valor seguro. No falla. Su cine tiene tanta fuerza que sólo te das cuenta de su hondura cuando acaba la película.
Es lo que les ocurre a "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto" o a "Alatriste". Es tan capaz de meterte en un universo de intriga, conflictos crecientes y brutalidad sin límites que sólo cuando termina de das cuenta de que la desolación que invade sus imágenes, de la humanidad que desprenden sus personajes y de la lágrima que recorre tu alma.
Su cine es de lo mejor que le ha pasado a España. Es capaz de devenir Scorsese y luego de parecer González Iñárritu. Y sin embargo, retratando México D.F. o haciéndolo con el siglo de oro, siempre nos habla de España, de su España de lucha de clases, de gente que levanta la cabeza para seguir caminando. Y recibir hostias y caer. Pero gente que se levanta porque el orgullo le puede más que la derrota.
Sus personajes son adictos a ello. Son carne de derrota, pero como en los grandes, en la lucha se dignifican. Sus cuatro damas son el fiel reflejo de ello. Su dignidad está a prueba de traiciones. No importa que se traicionen a sí mismas por dinero. No importa que Gloria Duque siga a los cincuenta chupando pollas. No importa que Paloma llegue a tratos con la policía o el juez. No importa que Ana se aposte al sol que más calienta. O que Ariadna sea incapaz de transmitir cariño. Lo que importa es que están juntas y van a estarlo. Y que están en la lucha. Que no importa lo que consigan, siempre seguirán en la lucha.
Díaz Yanes lo logra con un guión modélico. Uno de los mejores dialoguistas hace casi una película muda. Sus conflictos son tan poderosos que los silencios no hacen más que elevarlos. Sus actores son tan potentes que la palabra podría aminorarlos.
Tano apuesta por sí mismo, apuesta sobre seguro. Sigue fiel a su discurso, sigue fiel a su forma, sigue fiel a su maestría. Es alguien que no falla. Cuando te has comido con pasión toda su trama, comienzan a aparecer unas lágrimas imparables por tus ojos. Es su cine, es su fuerza, es su hondura