domingo, septiembre 23, 2007

MATAHARIS(Icíar Bollaín): 9,5

Después de nueve meses de desierto, por fin hemos llegado a un oasis. Y no es un espejismo. Tampoco es un charco. Todo lo contrario, tenemos un manantial profundo.
Si la semana pasada hablábamos del estreno de la única obra maestra de este año, en San Sebastián hemos podido ver la segunda. Se llama Mataharis y como la de Tarantino, tampoco ésta no proviene de una voz nueva. Proviene de una autora que parece que se va a instalar en el territorio de las obras maestras. Icíar Bollaín llegó a él para quedarse. Y se ha quedado.
Hola ¿estás sola? le enseñó a acercarse a gente cotidiana que buscaba la felicidad en las pequeñas cosas. Consiguió risas y simpatía. Flores de otro mundo mostraba ya un serio trabajo de guión y estructura. Logró verdad y potencia. Tras dos notables, con Te doy mis ojos consiguió su primer sobresaliente. En el estudio profundo de personajes y conflictos que se alimentan, encontró empatía e imágenes excepcionales. Mataharis prosigue su crecimiento. En ella, hay risas y simpatía, verdad y potencia, empatía e imágenes excepcionales. Pero además de eso, hay coherencia, hay mesura. Hay complementos que se complementan e historias que se dejan antes de comenzar.
Con su pluma y con su cámara, Bollaín ha encontrado un sitio por el que circulan todas las pequeñas historias en pequeños momentos que representan grandes vidas. Todas y cada una de sus situaciones podrían pasar por rutinas o podrían pasar por anécdotas, pero la hondura y al mismo tiempo intrascendencia de su mirada las hace símbolos de algo superior. Si nunca olvidaremos a dos amigas que roban bikinis, si nunca olvidaremos a la suegra que no acepta a la mujer de su hijo, si nunca olvidaremos a la madre de la maltratada compasiva con el maltratador, ya nunca más olvidaremos a detective y cliente esperando en un coche a que se cometa la infidelidad. Ya nunca olvidaremos el inicio de un concierto de Rosendo. Ya nunca olvidaremos los dibujos que una niña pinta y el mundo real imita.
Icíar Bollaín ha vuelto a construir la realidad. Ha vuelto con su cine a hacer del mundo un lugar mejor. Sabemos que lo seguirá haciendo. Sabemos que seguirá haciendo brotar agua cristalina de su manantial.

lunes, septiembre 17, 2007

DEATH PROOF (Quentin Tarantino): 10


Con sólo 5 películas, Quentin Tarantino es ya uno de los más grandes de la historia. Es un genio que se le estudiará y se le analizará como ahora se hace con Wilder, Lubitsch o Hitchcock. Death Proof es otra obra más a estudiar.


Y se estudiará. Pero ha nacido para ser vivida.
Antes de que los gurús de los management se calzaran las gafas de pasta para crear el marketing experiencial, Tarantino ya lo había descubierto. Su cine no es sino eso: una experiencia. Desde la génesis hasta el desenlace, todo va dirigido a empatizar con el espectador al mismo tiempo que se le rompen sus expectativas.


QT regala su mirada a un espectador que, como lo ha visto todo, ya no tiene la mirada virgen. Es entonces cuando se mete en sus ojos y le genera una experiencia que no podrá olvidar. En su montaña rusa hay todo lo que busca el que se monta: tiros, persecuciones, sexo y canciones. Y todo hecho como lo conoce el espectador, pero de una forma inauditamente nueva. Y esa forma no viene tanto de la coreografía, sino de los personajes, perfecta suma de un hombre duro que ya no tiene sitio y radiografía de la mujer contemporánea. A través de ellos, se descojona de su mundo y del mundo, se descojona del cine que ama y de sí mismo.


Death Proof es una catapulta que te agarra, te eleva y te suelta a un torrente de cine, a una sobredosis de emociones. Es difícil no aplaudir, no animar o no levantarse de la butaca a vitorear. Es imposible no terminar la película y ovacionarlo.


Death Proof es una obra maestra tan intemporal como Kill Bill, Jackie Brown o Reservoir Dogs. Todas sus huellas están ahí, multiplicadas. Una ambientación que te traslada directamente a su universo, unos actores que nunca jamás volverán a estar igual, una puesta en escena mágica y atmosférica, una música que te traslada directamente a la carretera y un montaje tan coherente como abigarrado en sorpresas.


Death Proof lo tiene todo. Pero a ese todo hay que añadirle el mejor final de su carrera: uno de esos momentos que se estudiarán por los siglos de los siglos. Como a los más grandes. Como a lo que es.

domingo, septiembre 16, 2007

CAÓTICA ANA (Julio Medem): 6,5

El autor de las películas más hipnóticas del cine español ha hecho una película acerca de la hipnosis. Y más avezado y suicida que nunca, ha intentado unir fondo y forma, que el argumento fuera tan coherente como las imágenes. El resultado es su película menos hipnótica. El resultado es su peor película.
Amo a Medem. Amo La ardilla roja, amo Tierra, amo Lucía y el sexo, amo hasta La pelota vasca. Pero con todo lo que lo amo, siempre he tenido miedo a ver una película suya dos veces. Siempre he tenido que miedo a que el segundo visionado haga que explote su pompa de jabón. Me ocurrió con "Lucía y el sexo". No me va a ocurrir con Caótica Ana porque no voy a volver a verla.
Caótica Ana es otro de sus envolventes cuentos para adultos. Sólo que esta vez no te envuelve el azar y la sutileza, la fuerza de las imágenes y los personajes. Esta vez sólo te envuelve su actriz. Si como director no alcanza su maestría habitual en la puesta en escena, si como montador no logra la alquimia entre las matemáticas y la emoción, como guionista naufraga más que nunca. Su historia tiene momentos que no hay por donde cogerlos.
No es sólo que vaya demasiado allá en su búsqueda de argumentos espirituales, no sólo es que meta diálogos con la convicción de un epitafio, el principal error está en meterse a político. Cuando pasa de su mundo al mundo global, Medem pierde la referencia y el espectador, la credibilidad. Sus mensajes de cooperante adolescente tienen la profundidad de sus rivales, echan abajo todo el armazón. Y de armazón vive Medem. De un armazón de magia y azar que sólo los ojos de Manuela Vellés logran aguantar. Sólo por ella vale la pena la peli. Sólo por eso quizá vuelva a verla una vez más.