sábado, marzo 31, 2007

DIARIO DE UN ESCÁNDALO (Richard Eyre): 7

Supongo que sorprenderá la incoherencia de la nota de 7 si añado que ésta es una película perfecta. Es perfecta por el perfecto equilibrio entre ambición y oferta, entre lo que pretende y lo que da. Todo lo que busca, lo encuentra. Todo lo que quiere dar, lo ofrece.

El guión del autor de Closer es perfectamente antitético al de su obra teatral. Donde allí había recovecos y giros sorpresa, aquí no hay más que coherencia y lógica. Donde allí había diálogos rebuscados e inteligentes, aquí hay acciones que hacen avanzar la trama. Donde allí había escenas inolvidables, aquí hay una trama asentada y creciente.

Richard Eyre toma ese material y lo arma como un buen artesano. Se apropia de él y lo eleva hasta cotas de intriga razonable y espectáculo contenido. Hay tanto control y buen hacer en lo que Eyre propone, que quizá se echa de menos un poco más de espíritu kamikaze que transforme las escenas en duelos. Es por ello que las actrices y el niño destacan, pero quizá no se comen la película como a ratos pedía.

Queda una película intrigante y notable, tan pulcramente británica que le falta la arrogancia americana para convertirse en un clásico.


jueves, marzo 22, 2007

EL JEFE DE TODO ESTO (Lars Von Trier): 4,5



Es difícil escribir una crítica de esta película sin insultar. Así que como es tan difícil y yo soy un mierda, me lanzaré a difamar.

Lars Von Trier es un gilipollas, un genio tan consciente de su genio que cada vez, se vuelve más gilipollas. Alguien que de tan encantando que está de conocerse, nada le hace más gracia que sí mismo y piensa que a los demás también nos tiene que hacer gracia él. Y francamente, no nos hace ni puta gracia.

Hacía tiempo que no veía en el cine deserciones en masa. En la sesión nocturna donde se proyectó, hubo más gente que se marchó que la que se quedó. Y entre los que se quedaron, más de la mitad lo hicieron dormidos. Como uno de los pocos que se quedó, me siento todavía más capaz de vejar al genio danés.

Son ya muchas sus películas, y cuanto más pasa el tiempo, más sube su apuesta por la innovación y más baja su calidad. Si innovar supone generar valor mediante nuevas propuestas, él cada vez genera menos. Porque sus innovaciones cada vez poseen menor sentido. El Dogma tenía sentido. Daba amateurismo, sensación de realidad, hacía la historia más creíble de lo que era. Las rayas en el suelo eran una gilipollez que sólo la soportaban una historia decente y unos actores excelentes. El salto a la freecamara es ya definitivo. Este tipo ha perdido para siempre el sentido. ¿Por qué hacer infinitos cortes si la escena es lineal? ¿Por qué perder la mejor forma de ver la escena? ¿Por qué quitar credibilidad a lo acontecido?

Si en estilo naufraga Von Trier, lo que le lleva a hundirse de forma definitiva es el texto. Nunca fue un buen guionista. Tiende a lo tópico y a lo obvio. Pero como tenía un poder visual tan enorme, el texto pasaba a un segundo plano. Ahora que sólo se sustenta en argumento, diálogos y chistes, hace el ridículo en los dos últimos. Si los diálogos tienden a ser elementales, los gags son exagerados, carentes de gracia.

En definitiva, a esta película sólo lo salva un argumento, que en sinopsis daba para una obra maestra de la comedia, y que el petulante danés convierte en una más de sus soplapolleces. Probablemente, la peor de todas.

lunes, marzo 12, 2007

PEQUEÑA MISS SUNSHINE (Valerie Faris & Jonathan Dayton): 7,5


La ventaja de ver y recomendar una peli como "Pequeña Miss Sunshine" es que gusta a cualquiera. Tiene los suficientes componentes como para entretener y enternecer a todos los paladares.

El adicto al cine comercial siente que su cerebro se está alimentando con algo distinto, al mismo tiempo que su subconsciente no padece por estar viendo una historia bonita, de aprendizaje y familia. El intelectual pelmazo del cine de autor se da cuenta de la escasa originalidad de la propuesta, pero agradece el sentido del humor marciano y la causticidad ocasional de la propuesta. Y el espectador adulto y medianamente cultivado agradece sobremanera la mezcla de diversión y crítica, de emoción y mensaje. No sólo a todos gusta, sino que a todos gusta lo mismo. Como diría Timothy Hutton en esa obra maestra que es "Beautiful Girls", todos le pondrían "un ajustado siete y medio".

Su guión parte de una buena premisa, algo tirada por los pelos. Los personajes tienen el punto justo de diferencia y la mirada de bondad que los convierte en empáticos. El argumento avanza a la velocidad de la camioneta, que no es sino la de su aprendizaje. Y la coherencia está más en la forma que en el fondo. Todo cuadra medianamente y nada cuadra del todo. Todo entretiene y divierte y nada acaba siendo inolvidable.

Se pasa bien, se pasa el rato y no agrede el cerebro. Se ve, se disfruta y se olvida. Como un concurso de belleza. Como la vida.

domingo, marzo 04, 2007

Arriaga y/o Iñárritu


Estos días ha salido a la luz lo que todos sabíamos. El descomunal divorcio de la pareja puede ser una de las principales catástrofes del cine moderno.

Una vez más, la naturaleza humana puede por encima de la razón. Aunque ambos puedan saber que son mejores junto al otro, el prisma deformante de la vanidad puede con todo. A veces, hasta te devuelve tu propia imagen, ampliada y a punto de resquebrajarse. Es lo que puede suceder con González Iñárritu y Arriaga. El tiempo dirá si es lo que sucede.

Vaya por delante que soy gran admirador de ambos. Creo en Arriaga y creo en Iñárritu, pero creo más en ambos. Creo en Amores perros, creo en 21 gramos y creo en Babel. Creo bastante en Los tres entierros de Melquíades Estrada. Creo menos en el corto del 11-S.

Si tengo que mojarme, diré que intuyo que el ego de Arriaga es más pernicioso que el carácter de Iñárritu. Tuve la fortuna de conocer un rato a Iñárritu en Donosti, y me sorprendió. Me pareció un buen tipo. Pero también, si tengo que mojarme, diré que como guionista que es, Arriaga necesita menos a Iñárritu que al revés. Los descomunales conflictos, el sexo soterrado, la violencia animal del cazador mexicano puede ser perfecto alimento para la sangre de otros narradores visuales. Pero además, tiene una ventaja. Arriaga no necesita a nadie para completar su arte. Porque aunque nadie le complemente, sólo con sus libros ya puede pasar a la historia. El que haya tenido la fortuna de leer "El búfalo de la noche", sabe que Arriaga es capaz de articular él solito una de las más grandes obras en castellano, quizá la mejor del siglo XXI. Y ahí Iñárritu no existía. Por supuesto, que si Iñárritu se decidiera a pasarla a la pantalla, nadie como el león musical para transformar esa violencia bestial en conflictos soterrados que explotan retroalimentándose, nadie como él para hacer de México D.F. el plató de la globalización y el plato de la mendicidad. Nadie como ambos para sumarse cinematográficamente y restarse personalmente.

Siendo como es el cine un arte colectivo, el uno necesita del otro. Veremos cómo se complementan, veremos cómo se alimentan. Veremos si el divorcio no es sino una autodestrucción justo antes de pasar a la historia.