viernes, agosto 24, 2007
martes, agosto 21, 2007
DOS DÍAS EN PARÍS (Julie Delpy): 7
Cualquier recomendación que haga esta película es absolutamente sobrante después de ver esta escena. Si obviamos el espantoso doblaje, muestra perfectamente el tono, conflictos y desternillante y corrosivo humor de la primera propuesta de la actriz fetiche de Richard Linklater.
No es fácil escribir acerca de esta peli, obviando los tópicos de que es una mezcla entre Antes del amanecer/atardecer y Woody Allen. Porque en verdad lo es. Pero lo es en el mejor modo. Guarda la forma de las primeras con el humor del segundo. Guarda el conflicto de una pareja en un rato de viaje con el humor abrasivo del neoyorquino.
Se trata de una peli que no va a pasar a la historia, pero que tiene al menos diez gags memorables. Y eso es mucho en una comedia. Se trata de una peli que sin tener un muy claro hilo conductor, tiene momentos de una sinceridad aterradora. Y eso es mucho en un drama. Y por último, cuenta con cuatro actores en estado de gracia. Y eso es la hostia en cualquier película.
Si los padres de la Delpy están descacharrantes, si la propia Julie no tiene prendas para mostrarse gorda y pesada, el recital de Adam Goldberg nos retrotrae a su hilarante papel de Eddie en Friends. Logra que nos partamos de la risa con cada uno de sus gestos, con cada una de sus reacciones, con cada uno de sus silencios, con cada uno de sus diálogos. Desde aquí, y sabiendo que como todo lo de este blog, caerá en el olvido, quiero nominar a Goldberg al mejor actor cómico del año.
Sólo por verlo y por descojonarse, merece la pena ver esta soberbia comedia que no cuenta sino el drama que todas las parejas vivimos.
CUANDO NACES, YA NO PUEDES ESCONDERTE (Marco Tulio Giordana): 7,5
lunes, agosto 20, 2007
EL ULTIMÁTUM DE BOURNE (Paul Greengrass): 8,5
La acción está considerada como un subgénero. Y en la mayoría de las ocasiones, lo es. No es el caso de la saga de Bourne. Menos todavía el de esta su última entrega.
Sea uno fan del cine de acción o todavía mejor si no lo es, es difícil no elevarse sobre la butaca con el comienzo de la saga del personaje creado por Robert Ludlum. Los primeros 20 minutos de "Bourne Identity" son tan impresionantes, tan noqueantes para la mente y los sentidos que, siendo abrumadoramente interesantes, resultaban insuficientes los 200 minutos que les seguían entre la primera y la segunda entrega.
Si el origen según Doug Liman fue notable y la continuación según Greengrass logró igualarlo, esta tercera parte alcanza la gloria durante 100 minutos tan impactantes como los primeros 20 del inicial. El autor de películas tan personales como "Domingo sangriento" o "United 93" se toma su material tan en serio que explota al máximo sus señas de identidad: ausencia de planos generales, cámara al hombro por sistema, montaje veloz, avance implacable de la trama e interpretaciones contenidas. La suma de esas pequeñas decisiones más el magnífico guión de Tony Gilroy se vuelve brutal logrando la sensación de no saber nunca qué va a pasar. Y gracias a ello, es como consigue hacer que la acción deje de ser un subgénero. Porque cambia los clichés de los personajes y de la previsibilidad. Porque te rompe en dos en cada escena y en el desarrollo conjunto de la trama.
Con todo ello, logra algunas de las mejores persecuciones que se recuerdan, logra dignificar un género, logra cerrar una trilogía acercándola a su orígen: a la maestría.