lunes, abril 09, 2007


Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-APOCALYPTO: 6,5. Apasionante como película de acción, discutible como documento histórico.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BABEL: 8,5. Compasiva y apasionante suma de tragedias.

-EL BUEN PASTOR: 7,5. Gran puesta en escena de historia excesivamente imbricada.
-LA CAJA KOVAK: 7,5. Thriller español que envuelve el vacío a la americana.
-CARTAS DESDE IWO JIMA: 6. La ligereza de Eastwood se torna solemnidad y aburrimiento.
-DIARIO DE UN ESCÁNDALO: 7. Apasionante intriga a la que sólo le falta duelo.
-INFILTRADOS: 8,5. Descomunal fuerza para una intriga apasionante.
-EL JEFE DE TODO ESTO: 4,5. Comedia con pretensiones y sin gracia.
-EL LABERINTO DEL FAUNO: 7,5. Perfecto y apasionante equilibrio entre realidad y ficción.
-EL LIBRO NEGRO: 7,5. Apasionante, sensual y sorprendente intriga.
-PEQUEÑA MISS SUNSHINE: 7,5. Divertida y pequeña, más entrañable que original.
-THE QUEEN: 7,5. Irónica y emotiva representación de la realidad monacal, no monárquica.
-TRISTRAM SHANDY: 7,5. Desternillante adaptación, tan fiel que se queda sin historia,
-LA VIDA DE LOS OTROS: 8. Fiel intriga que nos introduce en la fealdad del socialismo.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.

La genialidad en estado puro: Quentin Tarantino

Este verano se cumplen tres años desde que se estrenó Kill Bill 2. Desde entonces, no ha habido nada que se acerque a ella. Este verano Quentin Tarantino vuelve a estrenar. Habrá que ver dónde llega.

Pocas veces en la historia un autor llega a la dosis de libertad que encontró Tarantino en Kill Bill. Es muy difícil gozar de esa libertad, tomar un material que sólo puede ser propio y transformarlo en tal obra maestra, en tal obra intemporal que cruzará los tiempos y los géneros.

Conjunción de homenajes y parodias, de formatos y estilos, de amigos y desconocidos, Tarantino es una obra nacida del enorme placer que para él significa el cine. Ajeno a los gustos de la mayoría, libre de las imposiciones de lo conocido, el eterno dependiente de videoclub se aferra al cine que ama y casi todos despreciamos. A partir de esas miles de peleas de kung-fu, de esas intrigas de yakuza, de ese misticismo manga de medio pelo, de esos duelos al sol mexicano y de esos paisajes de spaguetti western, Tarantino los une, reelabora y transforma en cine en estado puro. Cine de consumo y de arte y ensayo. Cine de risa y cine de reflexión, cine de intriga y cine de emoción.

En Reservoir Dogs aprendió a desestructurar impactando, en Pulp Fiction a reírse de todo lo que antes habíamos visto y en Jackie Brown a hacer cine clásico. Todos esos aprendizajes los suma en Kill Bill. La estructura es tan circular como fruto de la necesudad de impacto, la comedia sutil es continua, y la seriedad y clasicismo del epílogo causa de emoción y memoria. Todo está aleado, todo es natural. Todo nace de sus dos mayores virtud: divertirse y conocer al público actual. Con lo primero se lo pasa bomba y lo hace pasar bomba. Con lo segundo, crea un nuevo cine. Uno que nace de saber todas las imágenes que hemos ido acumulando en nuestro subconsciente, tenerlas en cuenta y reinterpretarlas. ¿Cómo? Metiéndolo en la narración, riéndose de él y rompiendo por sistema las expectativas del espectador. Así consigue un nuevo cine. Así está entrando en la historia.

domingo, abril 01, 2007

TRISTRAM SHANDY, A COCK AND BULL STORY (Michael Winterbottom): 7,5



Hay dos tipos de buenas películas: las que contienen grandes historias y las que hacen avanzar el cine. Tristram Shandy es de las segundas.

No sólo la historia que cuenta la película es pequeña, es que no hay historia. LLevando hasta el límite el espíritu del ensayo que adapta, Winterbottom es capaz de reflexionar y perderse, aun a riesgo de perder espectadores. Es su apuesta una apuesta suicida. Una apuesta que utiliza el humor para acercar a los personajes y, sobre todo, para mantener el interés del espectador.

Nunca antes el humor había jugado tan claramente este papel. La ausencia de historia obliga a tejer las reflexiones, meandros y vueltas con un hilo de comedia fina. Y, como en 24 Hour Party People, ahí Winterbottom, Boyce Cottrell y Coogan se desenvuelven como los ángeles. Su mordacidad y autoironía nos devuelven un regalo en forma de carcajadas constantes que nos provocan tanta comprensión y amor por los personajes como incomprensión de la adaptación.

Risa a risa, Winterbottom va adentrándose en nuestros subconscientes al mismo tiempo que asistimos a la consecución de su noble y suicida objetivo. El espíritu de Vida y opiniones de Tristram Shandy aparece en pantalla. Y lo hace con una historia que no es sino un cuento chino, una soplapollez que sólo vale la pena si es realmente divertida. Y ésta lo es.