Cada semana, sabrás qué debes y qué no debes ver de la cartelera.
-LOS AIRES DIFÍCILES: 6,5. Ajustada pero excesivamente fiel a la novela.
-EL ARCO: 8. Redonda y preciosa metáfora visual.
-AZUL OSCURO CASI NEGRO: 8. Entrañable y divertido drama humano.
-BIENVENIDO A CASA: 8. Divertido y emotivo retrato muy cercano a nuestras vidas.
-BROKEBACK MOUNTAIN: 8. Relato de amores imposibles limpio y emotivo.
-CACHÉ: 7.5. Intriga desasosegante, que te hace sentir culpable.
-CAMINO A GUANTÁNAMO: 8,5. Desasosegante e implacable dramatización de la realidad.
-CRASH: 5,5. Interesante y aparentemente profunda, pero en el fondo, esquemática y banal.
-LOS DOS LADOS DE LA CAMA: 6,5. Secuela de situaciones mucho más arriesgadas.
-LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA: 7,5. Western actual, crepuscular y emotivo.
-EL JARDINERO FIEL: 6,5. Gran drama, que acusa la obviedad de su mensaje.
-MANUALE D'AMORE: 6. Desternillante, tópica, tradicional, irresistible.
-MATCH POINT: 9. Apasionante intriga. Lejos de Dreamworks, Allen entrega su “Perdición”.
-MUNICH: 5. Larguísima, reiterativa y pretenciosa.
-PLAN OCULTO: 7. Divertido y trabajado thriller con final sorpresa.
-PRINCESAS: 8. Lo peor de Fernando León es lo mejor del cine europeo.
-REMAKE: 4,5. Buen planteamiento traicionado por la reiteración y un mal montaje.
-SARABAND: 7. Bergman abusa de la palabra y de su comprensión del ser humano.
-SYRIANA: 7,5. Intriga política muy efectiva aunque premetidamente intrincada.
-TIEMPO DE VALIENTES: 7. Desternillante peli de colegas a la argentina.
-TRUMAN CAPOTE: 7,5. Biopic que obvia la empatía en la búsqueda de la verdad.
-UNA HISTORIA DE VIOLENCIA: 7,5. Implacable y sorprendente. No parece Cronenberg, pero sí lo es.
-V de VENDETTA: 7,5. Imponente rebelión visual.
-VOLVER: 7,5. Sorprendente y desternillante vuelta a los orígenes de Almodóvar.
-LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS: 7. Le sobra profesionalidad y le falta cotidianeidad.
Si has visto alguna otra, que quieres recomendar o despreciar, éste es tu sitio.
viernes, marzo 24, 2006
SYRIANA (Stephen Gaghan, 2005): 7,5
El mundo es una bola que gira sobre sí misma, repitiendo cada día la misma historia, cada año la misma historia. El mundo es un sitio donde cada cierto tiempo se repiten las mismas historias. Y en un mundo en el que todo va a toda velocidad, mientras los saltos generacionales respondan a los mismos períodos, los ciclos de los bucles serán de igual duración. Ahora, en moda o en arte se llevan los 30 años. En el cine, también.
El cine de los setenta cultivó un género que algunos (Pollack y Pakula) convirtieron en arte. Se trataba de visionar la realidad postVietnam y practicar la autofagia, devorar a su patria como forma de esparcir sus vergüenzas. Ahora, una vez empezada, y por desgracia no terminada, la guerra de Irak, ha aparecido un grupete que pretende repetir la misma historia. Gaghan, Soderbergh, Clooney forman una cohorte de apasionados sinvergonzones con escasos dejes de soberbia y muchos de diversión y afán de difusión. Vuelven a practicar el género político. Y si bien ninguno es Pollack, ni tienen una escuela de guión como la de entonces, han cambiado a Clooney por Redford, y siguen tratando de educarnos sin olvidar que el cine es entretenimiento y el arte, enemigo de lo obvio.
Construyen así un guión efectivo y relativamente simple, pero que complican de forma premeditada y quizá gratuita, proponiendo así un juego interactivo con el espectador que deviene en incremento de la tensión y realismo superior.
Nada brilla y nada falta en esta trama intrincada hasta que se descubre que es un hilo del que tiran todos los demás hasta ser un solo hilo. Es el hilo de la historia de la humanidad. Es el hilo que forma una gran esfera achatada por los polos.
El cine de los setenta cultivó un género que algunos (Pollack y Pakula) convirtieron en arte. Se trataba de visionar la realidad postVietnam y practicar la autofagia, devorar a su patria como forma de esparcir sus vergüenzas. Ahora, una vez empezada, y por desgracia no terminada, la guerra de Irak, ha aparecido un grupete que pretende repetir la misma historia. Gaghan, Soderbergh, Clooney forman una cohorte de apasionados sinvergonzones con escasos dejes de soberbia y muchos de diversión y afán de difusión. Vuelven a practicar el género político. Y si bien ninguno es Pollack, ni tienen una escuela de guión como la de entonces, han cambiado a Clooney por Redford, y siguen tratando de educarnos sin olvidar que el cine es entretenimiento y el arte, enemigo de lo obvio.
Construyen así un guión efectivo y relativamente simple, pero que complican de forma premeditada y quizá gratuita, proponiendo así un juego interactivo con el espectador que deviene en incremento de la tensión y realismo superior.
Nada brilla y nada falta en esta trama intrincada hasta que se descubre que es un hilo del que tiran todos los demás hasta ser un solo hilo. Es el hilo de la historia de la humanidad. Es el hilo que forma una gran esfera achatada por los polos.
domingo, marzo 19, 2006
VOLVER (Pedro Almodóvar): 7,5
Nunca sabré si lo que le gusta a Almodóvar es el drama o la comedia. Sí intuyo que practica más la lágrima como forma de conseguir ser asumido como un director serio, considerado. Y lo que sí sé es que lo que se le da mejor es el humor, la visión sarcástica y sorpresiva de la vida cotidiana.
Si miramos atrás en su obra, veremos que no sólo en sus desternillantes e irracionales comienzos, sino que también en sus últimas y melodramáticas películas, sus mejores momentos estaban siempre apegados al humor, a su humor, al almodovarismo, a esa marca de fábrica que ya todos esperamos en manos de Chus Lampreave o de Carmen Maura. Y claro, en "Volver" vuelven, Y cuando vuelven ellas y vuelve ese humor, el espectador no puede por menos que tener nostalgia inicial y diversión final. Te olvidas de que Almodóvar es un director serio y pasas a vivir sus historias con la alegría y la falta de consciencia del que ve una comedia estudiantil. Son esos momentos los que abundan en la irregular última peli del manchego. Y son esos momentos los que hacen que olvidemos esa irregularidad para disfrutar de una peli de carcajada continua y vueltas de tuerca ajenas (aparentemente) a cualquier tipo de autocontrol.
Son momentos que hacen que queramos a Almodóvar, que amemos a Carmen Maura, que queramos seguir riéndonos con ellos como lo hacemos ahora.
Si miramos atrás en su obra, veremos que no sólo en sus desternillantes e irracionales comienzos, sino que también en sus últimas y melodramáticas películas, sus mejores momentos estaban siempre apegados al humor, a su humor, al almodovarismo, a esa marca de fábrica que ya todos esperamos en manos de Chus Lampreave o de Carmen Maura. Y claro, en "Volver" vuelven, Y cuando vuelven ellas y vuelve ese humor, el espectador no puede por menos que tener nostalgia inicial y diversión final. Te olvidas de que Almodóvar es un director serio y pasas a vivir sus historias con la alegría y la falta de consciencia del que ve una comedia estudiantil. Son esos momentos los que abundan en la irregular última peli del manchego. Y son esos momentos los que hacen que olvidemos esa irregularidad para disfrutar de una peli de carcajada continua y vueltas de tuerca ajenas (aparentemente) a cualquier tipo de autocontrol.
Son momentos que hacen que queramos a Almodóvar, que amemos a Carmen Maura, que queramos seguir riéndonos con ellos como lo hacemos ahora.
viernes, marzo 03, 2006
LOS TRES ENTIERROS DE MELQUÍADES ESTRADA (Tommy Lee Jones): 7,5
Circula una corriente crítica dirigida a criticar a Guillermo Arriaga. Le acusan de repetirse en su afán de contarnos las historias de modo no cronológico. Se nota que lo hacen porque nunca han escrito.
Si repararan en sus textos, "Amores perros" tiene una estructura en tres actos desentrañados por un accidente casual porque era la única forma de contarte las tres historias de forma potente, sin caer en la mezcolanza de las vidas cruzadas. "21 gramos" sería sólo un melodrama esforzado y convencional si Arriaga no dotara de una fuerza e intriga brutal a sus secuencias por medio del azar que ha juntado las historias. Y finalmente, "Los tres entierros de Melquíades Estrada" tiene la estructura que necesita para poder contarnos de forma visual andanzas y desandanzas que no siempre ocurren en el mismo espacio de tiempo.
Si Arriaga hubiera optado por ser cronológico, bien hubiéramos tenido que empezar en el neolítico (encuentro de Chaves y Lee Jones), bien hubiéramos contado su encuentro mediante diálogos morosos que rompieran el tono silencioso, bien hubiéramos tenido que introducir ocasionales flashbacks que rompieran el ritmo y la credibilidad. Por eso acierta en sus elecciones el genio de Arriaga. Pero no sólo lo hace él. Todas y cada una de las opciones que toma el mexicano en la escritura son secundadas por la cámara y el poso actoral y autoral de Lee Jones (y ya de paso, de Barry Pepper), y con ello compone una obra que sería maestra de no ser por la desaparición paulatina de sus apasionantes secundarios y de la necesidad que muestra de una música que excave y nos arranque lágrimas de las emociones. Que a este western le quite el apelativo crepuscular y le añada el de histórico. Aunque esté escrito en un extraño presente...
Si repararan en sus textos, "Amores perros" tiene una estructura en tres actos desentrañados por un accidente casual porque era la única forma de contarte las tres historias de forma potente, sin caer en la mezcolanza de las vidas cruzadas. "21 gramos" sería sólo un melodrama esforzado y convencional si Arriaga no dotara de una fuerza e intriga brutal a sus secuencias por medio del azar que ha juntado las historias. Y finalmente, "Los tres entierros de Melquíades Estrada" tiene la estructura que necesita para poder contarnos de forma visual andanzas y desandanzas que no siempre ocurren en el mismo espacio de tiempo.
Si Arriaga hubiera optado por ser cronológico, bien hubiéramos tenido que empezar en el neolítico (encuentro de Chaves y Lee Jones), bien hubiéramos contado su encuentro mediante diálogos morosos que rompieran el tono silencioso, bien hubiéramos tenido que introducir ocasionales flashbacks que rompieran el ritmo y la credibilidad. Por eso acierta en sus elecciones el genio de Arriaga. Pero no sólo lo hace él. Todas y cada una de las opciones que toma el mexicano en la escritura son secundadas por la cámara y el poso actoral y autoral de Lee Jones (y ya de paso, de Barry Pepper), y con ello compone una obra que sería maestra de no ser por la desaparición paulatina de sus apasionantes secundarios y de la necesidad que muestra de una música que excave y nos arranque lágrimas de las emociones. Que a este western le quite el apelativo crepuscular y le añada el de histórico. Aunque esté escrito en un extraño presente...